Tres hombres, un camino y unas jarras de cerveza.

Habían caminado durante un par de horas más hasta que llegaron a la altura de los primeros vallenwoods de Solace. Habían tomado, por su desconocimiento, uno de los caminos más largos desde el lago para llegar al pueblo pero finalmente habían llegado a mitad de la tarde. Solo la presencia de las pequeñas columnas de humo delataban la situación de Solace dado que salvo el establo y una casa toda la población estaba sostenida sobre unos enormes árboles, cuyo nombre Morgoth desconocía.

No se veía mucho movimiento en aquel lugar, nada extraño con aquel calor infernal, pero cierto era que las sombras que daban aquellos árboles ayudaban a aliviar un poco la situación.

Lentamente se dirigieron hasta el establo, una vez allí desmontaron y pagaron un par de monedas para que cuidaran y alimentaran a sus caballos durante aquella noche. Una vez solucionado aquel asunto Morgoth dirigio su mirada hacia el mayor árbol del "bosque" y le dijo al chico que había tomado las riendas de sus caballos para llevarlos al interior del establo:

-Niño ¿donde podemos tomar una buena jarra de cerveza?

-En la posada del Último hogar, claro está- dijo sonriente aquel niño mientras señalaba con su rostro al mayor vallenwoods de la ciudad.

-Bueno...¿Alguien me acompaña? Creo que te debo algo Arkanos...-dijo mientras comenzaba a caminar hacia el gran árbol del centro del pueblo tras soltarle una última monedas en el aire al chico.

Gulbail siguio a su jefe, sin decir una palabra, y sin esperar a Arkanos con un paso tranquilo pero firme y sin bajar la guardia en ningún momento.