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Sentimientos encontrados

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Mensaje por Shäyra Mar Sep 28, 2010 9:00 pm

Aparecimos a la orilla de un lago. Me acerqué y observé mi reflejo en el agua. Tenía la cara demasiado pálida y los ojos cansados.

-Bien, ¿a dónde vamos a ir?-pregunté.

-A Solace, naturalmente. Haré aparecer un pequeño bote.

Erelik juntó las manos y cerró los ojos. Algo en su frente comenzó a brillar y, de pronto, un bote apareció, meciéndose, en el lecho del lago.

-Bienvenidas a Embarcaciones Erelik. Si son tan amables, señoritas...

-Qué graciosa, hermana.-le dije de mal humor.

Me subí a aquella...cosa que parecía un primo lejano de un bote. Sayen, con mucho cuidado, hizo lo mismo.

La hechicera se sentó, con los brazos cruzados, frente a mí. Tenía un gesto impaciente.

-Supongo que...estarás esperando mi respuesta. Bien, no puedo dártela todavía. Primero, tengo que hablar con mi hermana...Si nos disculpas.

Giré la cabeza hacia Erelik, que miraba el vaivén del agua.

-Si no te importa, me gustaría que por una maldita vez alguien me diera una explicación a todo esto. ¡Tengo el mismo derecho que tú a saberlo!

-¿Saber el qué?

-No te hagas la boba conmigo, Erelik, que no funciona. Ambas sabemos que no eres tonta.

-Vale, te lo diré. Si no te he dicho ya el por qué, ha sido...-miró a Sayen-¡Por su culpa! No hablaré mientras ella esté aquí.

Eso me dejó desconcertada. ¿Qué culpa tenía Sayen ahora? ¡Pero si no había hecho nada de nada! Me estaba ayudando a encontrar a mis hermanos, que era más de lo que nadie había hecho por mí (excluyendo a mi familia, claro).

-¿Qué manía te ha entrado con Sayen?

-¿Es que eres tonta? ¿No tienes ojos en la cara? ¡Su acto es totalmente egoísta! ¡No lo hace por ayudarte, lo hace por ella misma! ¿No te das cuenta de que si está a tu lado es tan solo para encontrar a Talik? ¡Tú le das igual! ¡Si te quiere con vida es para que la lleves hasta nuestro hermano!

Sentí que algo se encogía dentro de mí. No debería de haberme sorprendido tanto. ¿Acaso no hacía yo lo mismo? ¿No la estaba utilizando para que me ayudase? ¿O la había aceptado a mi lado por otra cosa, fuera del tema de mis hermanos?

-¿Y...? ¿Y qué? ¡Ya lo sabía! ¡Ya sabía que yo le doy igual! Siempre le he dado igual a todo el mundo...¿Por qué iba a ser ella una excepción?-negué con la cabeza-. Sabes de sobra que no tengo vida social. No quiero amigos, no me hacen falta. ¿Para qué? En cuanto tienen una oportunidad, te dan una puñalada trapera por la espalda...

No miré a Sayen a los ojos. No directamente, al menos.

Mientras entrelazaba los dedos sobre el regazo, empecé a explicarle mi encuentro con Talik. Las frases de Erelik seguían sonando en mi mente...

¿Una vez que hubiese encontrado a Talik, Sayen se iría? ¿Le daría igual que yo muriera mientras ella estuviese con mi hermano? Jugueteé nerviosamente con mi pelo, trenzándolo.

Qué se le iba a hacer. Esto me serviría de lección...

No confiaría en nadie.
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Mensaje por Sayen Miér Sep 29, 2010 8:05 pm

Asustada no era exactamente la palabra para definir mis sensaciones. No obstante, me inquietaba el hecho de que el sueño de Shäyra hubiese sido provocado mágicamente. ¡Por Lunitari! ¿Qué hechicero se encontraría en Kendermore, dormiría a una semielfa que apareciese de pronto frente a él y después desaparecería sin dejar rastro? Por no mencionar el pequeño detalle de la desaparición de Erelik en la casa de los kenders y la frenética persecución de su hermana por la ciudad y el bosque aledaño.

Necesitaba respuestas, ya. Siempre había sido una persona ávida de saber, conocer, aprender, y obtener información. Por ello me irritó sobremanera la actitud de la semielfa, ignorando deliberadamente mis preguntas. Se acercó a la madre de la kender y agarró el saco con nuestras provisiones.

-Muy amable por vuestra parte el habernos preparado esto. Se lo agradezco de todo corazón. Ahora, si nos disculpáis, debemos irnos. Tenemos...asuntos que resolver.

Después se giró y me hizo un gesto para que la siguiera a ella y a su hermana. La contemplé con frío enojo y me demoré para dar mi agradecimiento a los kenders. Si les irritaba mi pausa, mejor.

-Les agradezco su ayuda. –dije.- No cualquiera habría sido tan generoso.

Después saludé inclinando la cabeza y me di media vuelta, siguiendo a las semielfas. Su ritmo era excesivamente rápido, en el punto perfecto entre correr y caminar. No intenté esforzarme por seguir su paso, para luego acabar sudando y jadeando, así que me lo tomé con calma hasta llegar a su lado.

-Acercaos, me encargaré de trasladaros. –dijo Erelik.

Segundos después, sentí el mareo al que tanto me había acostumbrado los últimos años y aquella habitual náusea en la boca del estómago.
Inhalé un aroma húmedo antes de abrir los ojos y encontrar frente a mí un azul y cristalino lago.

-Bien, ¿a dónde vamos a ir? –preguntó Shäyra.

-A Solace, naturalmente. Haré aparecer un pequeño bote.-Así que estábamos en el Crystalmir.

“¿Por qué directamente no gasta la energía para crear el bote en habernos llevado unos kilómetros más allá en Solace?”, pensé, pero guardé silencio.

El espíritu juntó las manos, cerró los ojos adoptando un gesto sereno y su frente brilló mágicamente. Un bote floreció de la nada en la superficie del agua azul.

Sin prestar atención a sus bromas, aún con el ceño fruncido en un gesto de desagrado, me subí a la “cáscara de nuez” aquella después de que Shäyra montase y subiese a bordo el bote con provisiones. Con cuidado y equilibrio, me senté en un extremo del transporte y me crucé de brazos en un gesto de impaciencia.

-Supongo que... estarás esperando mi respuesta. Bien, no puedo dártela todavía. Primero, tengo que hablar con mi hermana...Si nos disculpas. –sin decir nada más, dejándome con la palabra en la boca, se volvió hacia su hermana. -Si no te importa, me gustaría que por una maldita vez alguien me diera una explicación a todo esto. ¡Tengo el mismo derecho que tú a saberlo!

No sabía de qué hablaban, pero era evidente que era sobre lo que había pasado hacía unos minutos. Presté atención.

-¿Saber el qué?

-No te hagas la boba conmigo, Erelik, que no funciona. Ambas sabemos que no eres tonta.

-Vale, te lo diré. Si no te he dicho ya el por qué, ha sido...-me miró.-¡Por su culpa! No hablaré mientras ella esté aquí.

Aquello me sorprendió y, en cierto modo, me hirió. Sabía cuál era su opinión hacia mí, pero pensé que ya había cambiado, aunque no había recibido ningún motivo para creer tal cosa. ¿No les había dado ya pruebas para que confiara en mí?

-¿Qué manía te ha entrado con Sayen?-preguntó Shäyra.

-¿Es que eres tonta? ¿No tienes ojos en la cara? ¡Su acto es totalmente egoísta! ¡No lo hace por ayudarte, lo hace por ella misma! ¿No te das cuenta de que si está a tu lado es tan solo para encontrar a Talik? ¡Tú le das igual! ¡Si te quiere con vida es para que la lleves hasta nuestro hermano!

Me quedé boquiabierta al escuchar sus palabras, pero después cerré la boca inmediatamente y oculté mis sentimientos tras una máscara de frialdad. No obstante, cerré las manos en fuertes puños que me temblaron de pura cólera. ¡Cómo se había atrevido a decir aquello! No había dicho las palabras claras de mi motivo por su ayuda, pero lo había dejado bastante en el aire. No había que ser excesivamente inteligente para entenderlo. Y, además, sus palabras me parecieron, en cierta parte, injustas.

-¿Y...? ¿Y qué? ¡Ya lo sabía! ¡Ya sabía que yo le doy igual! Siempre le he dado igual a todo el mundo... ¿Por qué iba a ser ella una excepción? Sabes de sobra que no tengo vida social. No quiero amigos, no me hacen falta. ¿Para qué? En cuanto tienen una oportunidad, te dan una puñalada trapera por la espalda...

Por un momento, la miré con una mezcla de dolor, ya que me sentí en cierto modo herida, y por la otra comprensión. Yo tampoco había tenido amigos desde… desde mi nuevo rango. No obstante, mi furia hacia Erelik no había desaparecido ni una pizca. Me giré hacia ella y la observé con los labios apretados en una línea y absoluta frialdad.
Solté una burlona carcajada antes de hablar.

-Siento haber herido tus sentimientos, Erelik, cuando has pensado que no me uní a esta empresa para bailar con mariposas y jugar a la pelota goblin con vosotras. No obstante, no sé si es demasiado adecuado que me acuséis de egoísmo. ¿Acaso me permitisteis acompañaros porque os deslumbró mi belleza? ¿Tal vez fue porque mi voz os resultó dulce y melódica? ¿O quizá mi carácter agradable y cómico os invitó a tenerme cerca? –ironicé.- No. Únicamente dejasteis que partiera con vosotras porque había visto a Talik hacía pocos años y os podía ayudar a buscarle. Dudo mucho que, de lo contrario, os hubiera importado que esos Caballeros de Solamnia o los draconianos me hubiesen ensartado con una de sus espadas. –hice una pausa.- Y, de todos modos, creo recordar que en la posada de Palanthas ayudé a Shäyra con el grupo de borrachos agresivos, antes siquiera de imaginar que tenía ninguna relación con Talik, sin saber que le conocía. ¿Fue eso un acto llevado por el egoísmo, Erelik?

Suspiré y agarré con fuerza mi Bastón con un gesto de infinito cansancio, como si de él emanase la energía que necesitaría para recobrarme de aquel monólogo, de aquella situación. No lo había dicho, y menos aún al oír sus palabras, pero, por extraño que fuese, Shäyra había sido lo más parecido a una amiga que había tenido en años. Años.
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Mensaje por Shäyra Miér Sep 29, 2010 8:31 pm

Pensaba que la hechicera no iba a responder a las palabras de Erelik. Incluso pensé que no le habían afectado para nada, pero me equivoqué. Sayen cerró los puños y miró a mi hermana con el ceño fruncido.

-Siento haber herido tus sentimientos, Erelik, cuando has pensado que no me uní a esta empresa para bailar con mariposas y jugar a la pelota goblin con vosotras. No obstante, no sé si es demasiado adecuado que me acuséis de egoísmo. ¿Acaso me permitisteis acompañaros porque os deslumbró mi belleza? ¿Tal vez fue porque mi voz os resultó dulce y melódica? ¿O quizá mi carácter agradable y cómico os invitó a tenerme cerca? No. Únicamente dejasteis que partiera con vosotras porque había visto a Talik hacía pocos años y os podía ayudar a buscarle. Dudo mucho que, de lo contrario, os hubiera importado que esos Caballeros de Solamnia o los draconianos me hubiesen ensartado con una de sus espadas. –aquí, paró de hablar durante unos instantes- Y, de todos modos, creo recordar que en la posada de Palanthas ayudé a Shäyra con el grupo de borrachos agresivos, antes siquiera de imaginar que tenía ninguna relación con Talik, sin saber que le conocía. ¿Fue eso un acto llevado por el egoísmo, Erelik?

Todo lo que había dicho Sayen era cierto. Miré a Erelik, esperando su respuesta.

-Verás, quiero que sepas que jamás, en ningún momento, he dicho que fueses mala persona. Sólo te he llamado egoísta. Y lo he hecho porque es lo que pienso que eres. También te diré algo más: es por tu parte muy cruel el que utilices de esa forma a mi hermana. Sí, no soy tonta. Sé que a Shäyra le importas, diga lo que diga. Eres la única que se le ha acercado y no la ha rechazado por ser lo que es. No sé qué significará eso para ti. ¡Ah! Y tienes razón...en parte. Claro que te aceptamos por la ayuda que nos podrías prestar, pero ten por seguro que mi hermana no dejará que te hagan daño nunca. ¿Sabes lo que es, eh, tener diez años y que nadie se acerque a ti para hablar excepto tu hermana mayor? ¿Sabes lo que es, por un casual, tener quince años y estar sola en casa todos los días, sin hermanos y sin amigos? ¿Sin nadie que pueda...?

-Erelik, basta. No sigas, por favor-le dije, con la voz entrecortada.

Me incliné peligrosamente sobre el bote. Me quité la túnica y la deje sobre mis rodillas. Remangándome la manga de la camisa, metí un brazo en el agua. Eso me tranquilizaba.

Entonces, algo tiró de mí. Me caí al lago, dando un grito de sorpresa. Me iba hundiendo cada vez más y no podía hacer nada para evitarlo. Y, de repente, vi una luz extraña aparecer por arte de magia frente a mis ojos.

Vi a mi madre. Bueno, lo que recordaba de ella. También vi a mi padre. Y a Talik y a Alasse.

Y mi vista se nubló.

-¡Shäyra, Shäyra, despierta! ¡Eh! ¿Estás bien? ¡Qué narices haces! ¡No te deberías de haber inclinado tanto, pedazo de boba!

Tosí. Incorporándome, observé a mi gemela, que me miraba preocupada. Noté algo extraño en ella. Estaba menos...corpórea.

-Erelik...¿Qué...qué te...?

Sonrió. Fue una sonrisa triste.

-Ya ves...Cada vez que hago un conjuro, pierdo corporeidad. No mucha, claro, pero...Es igual. ¿Estás bien, verdad?

Parpadeé, confusa. ¿Perdía corporeidad?

-Eso no me lo habías dicho. ¡Eso no me lo habías dicho! ¡Y tú haciendo conjuros cada dos por tres! ¡Tú si que eres boba! ¡Estúpida, no lo hagas nunca más!-la cogí por los hombros, pero mis manos se cerraron en torno a sí mismas.

Miré horrorizada a Erelik.

-¡No! ¡No voy a perderte! ¡Otra vez, no!

-¡Oh, venga, hermanita! Sabes que tarde o temprano, tendré que volver. Mi presencia no es permanente.

Claro que lo sabía. Siempre lo había sabido, desde que se me apareció. Pero, de todas formas, era tan duro...

-Pues será mejor que desaparezcas más bien tarde-murmuré.

Me giré hacia Sayen, no mucho.

-¿Y tú? ¿Qué harás? ¿Desaparecerás o no?
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Mensaje por Sayen Lun Oct 04, 2010 8:31 pm

Erelik no tardó en responderme. No miré directamente a Shäyra, pero sentía su mirada sobre ambas.

-Verás, quiero que sepas que jamás, en ningún momento, he dicho que fueses mala persona. Sólo te he llamado egoísta. Y lo he hecho porque es lo que pienso que eres. También te diré algo más: es por tu parte muy cruel el que utilices de esa forma a mi hermana. Sí, no soy tonta. Sé que a Shäyra le importas, diga lo que diga. Eres la única que se le ha acercado y no la ha rechazado por ser lo que es. No sé qué significará eso para ti. ¡Ah! Y tienes razón...en parte. Claro que te aceptamos por la ayuda que nos podrías prestar, pero ten por seguro que mi hermana no dejará que te hagan daño nunca. ¿Sabes lo que es, eh, tener diez años y que nadie se acerque a ti para hablar excepto tu hermana mayor? ¿Sabes lo que es, por un casual, tener quince años y estar sola en casa todos los días, sin hermanos y sin amigos? ¿Sin nadie que pueda...?

¿Utilizar, yo, cruelmente, a Shäyra? Al oír aquello fruncí el ceño aún más, si eso era posible, y observé con helada ira a Erelik. ¿No habíamos quedado en que ambas iniciamos en Palanthas esta búsqueda por interés? Las cosas habían cambiado. La situación ya no era igual que antes. ¿Por qué Erelik, que parecía creerse tan inteligente, no se daba cuenta de ello? Yo, desde luego, no se lo iba a explicar.
Me planteé también si realmente yo era una persona egoísta. Finalmente, intentando pensar con objetividad, llegué a la conclusión de que era probable que ahí, Erelik tuviese razón.
Después, al escuchar lo que dijo sobre la infancia de la semielfa, sentí una punzada en el pecho, y por un segundo dirigí una mirada de reojo a Shäyra llena de compasión. Inmediatamente desvié la mirada y borré el gesto. ¿Por qué? Porque, yo, mejor que nadie, sabía lo mucho que hería ser compadecida. Por otro lado, el pinchazo no fue únicamente por eso. Erelik había abierto un tema y no sabía nada sobre mí. Abrí la boca para replicar. ¿Que si sabía lo que era eso? Quizá no lo había vivido de tan joven, pero sabía de maravilla lo que es que nadie se acerque a ti. Sabía lo que es estar sola y no tener hermanos y amigos. Pero cuando cogía aire para responder, lo solté al verme interrumpida por Shäyra.

-Erelik, basta. No sigas, por favor.-rogó la semielfa con voz angustiada. Ninguna de las dos volvimos a hablar.

Miré a la semielfa inclinarse en el bote y meter la mano en el agua, intentando descifrar algún sentimiento en su rostro. Entonces, cayó bruscamente al lago con una exclamación de sorpresa.

-¡Shäyra! –grité.

Intenté levantarme y cruzar el bote hacia el otro extremo, donde se sentaba la semielfa hacía unos momentos, pero al intentar incorporarme el bote comenzó a inclinarse de un lado a otro alarmantemente. Contemplé las aguas removerse impotente. Entonces oí a Erelik murmurar unas palabras mágicas, y Shäyra salió del agua y apareció en el bote, inconsciente. Pero viva. Solté un suspiro aliviado y agarré una de sus muñecas para comprobar el pulso. Parecía firme.

-¡Shäyra, Shäyra, despierta! ¡Eh! ¿Estás bien? ¡Qué narices haces! ¡No te deberías de haber inclinado tanto, pedazo de boba!-oí que decía Erelik. Me giré hacia ella y la miré realmente desde que la semielfa había caído al agua. Parpadeé, creyendo que la vista, la lectura a la poca luz de una vela de libros mágicos, me traicionaban. Pero no, Erelik realmente parecía más… traslúcida que antes. Más etérea.
Shäyra despertó y se incorporó. Tosió y no escupió agua, lo cual era bueno, y significaba que no había entrado nada en sus pulmones.

-Erelik...¿Qué...qué te...? –tartamudeó tras mirar a su hermana, con los ojos desorbitados por la sorpresa al darse también cuenta del estado del espíritu. Yo también miré a Erelik, expectante por escuchar el motivo.

-Ya ves...Cada vez que hago un conjuro, pierdo corporeidad. No mucha, claro, pero...Es igual. ¿Estás bien, verdad?-explicó con una sonrisa desganada.

-Eso no me lo habías dicho. ¡Eso no me lo habías dicho! ¡Y tú haciendo conjuros cada dos por tres! ¡Tú sí que eres boba! ¡Estúpida, no lo hagas nunca más!-la reprendió ella. Desvié la vista. Nada me incluía en aquella conversación, pero vi por el rabillo del ojo cómo intentaba agarrar a su hermana y sus manos atravesaban su cuerpo.- ¡No! ¡No voy a perderte! ¡Otra vez, no!

-¡Oh, venga, hermanita! Sabes que tarde o temprano, tendré que volver. Mi presencia no es permanente.

-Pues será mejor que desaparezcas más bien tarde.-comentó ella. Después, hizo algo que me sorprendió lo indecible.-¿Y tú? ¿Qué harás? ¿Desaparecerás o no?-me preguntó, girándose levemente, aunque no del todo, hacia mí.

La contemplé levemente boquiabierta. Nunca nadie se había preocupado de mi compañía. No supe muy bien qué decir, me sentía tan halagada como azorada.

-Yo… ejem –tosí.- Nunca se me ha dado muy bien lo de desaparecer. –farfullé, con un patético intento de sonrisa. Había dicho la verdad, pero nunca se me había dado muy bien abrir mis sentimientos a los demás.

Finalmente, llegamos a la otra orilla del lago. Entonces recordé un grave hecho en el que no había tenido mucho tiempo de pensar anteriormente con todo aquello. Cuando llegamos a tierra firme, bajamos con cuidado y cogimos el saco de comida.

-Tenemos que esconder el bote.-dije.- No hace demasiado que Solace cayó bajo las oscuras botas de las tropas de Takhisis. Ahora será un hervidero de draconianos y goblins haciendo prisioneros. Si una patrulla lo localiza, inmediatamente buscará a lo que considerarán o bien una amenaza, o bien alguien que intenta escapar. En todo caso, nos buscarían, y podrían llegar a encontrarnos.

Guardé silencio y observé atentamente la zona. Tras un rato, señalé hacia un lugar no muy lejos de donde estábamos.

-Mirad allí, en aquel montículo de rocas, tapado por los matorrales y juncos. Parece una pequeña cueva. Podríamos esconder el bote tras los arbustos y, si decidiésemos descansar, podríamos usar la cueva como refugio.

“Y no me vendría mal repasar mi libro de hechizos…”, pensé.

Shäyra y yo arrastramos el bote, intentando llevarlo hasta allí. El esfuerzo me agotó enseguida, y no tardé en jadear y detenerme cada cierto tiempo a descansar y recobrar el aliento. Al final, Shäyra tuvo mayor mérito cuando más o menos, el transporte quedó totalmente tapado tras las plantas.
Fue entonces cuando escuché el ruido. Había sonado como una rama al quebrarse. Igual que cuando una rama se quiebra cuando alguien la pisa. Agarré con fuerza mi bastón y lancé una mirada de alarma a la semielfa. Si yo lo había oído, ella aún más.
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Mensaje por Shäyra Lun Oct 04, 2010 8:47 pm

-Yo… ejem-tosió, al parecer algo incómoda-Nunca se me ha dado muy bien lo de desaparecer.

Sonreí ligeramente. A pesar de las pocas palabras que había utilizado, para mí fueron más que suficientes.

Me froté los brazos, tiritando levemente. El agua del lago estaba helada.

-Tenemos que esconder el bote.-dijo Sayen.- No hace demasiado que Solace cayó bajo las oscuras botas de las tropas de Takhisis. Ahora será un hervidero de draconianos y goblins haciendo prisioneros. Si una patrulla lo localiza, inmediatamente buscará a lo que considerarán o bien una amenaza, o bien alguien que intenta escapar. En todo caso, nos buscarían, y podrían llegar a encontrarnos.

Asentí. Tenía razón.

Cuando alcanzamos la orilla, nos bajamos con mucho cuidado del bote. La Túnica Roja inspeccionó la zona y me señaló un escondrijo perfecto, entre unos arbustos. Cargamos con el objeto, parando de cuando en cuando, ya que Sayen jadeaba cada dos por tres.

-''Todos tenemos que pagar un precio por aquello que queremos ser, de una u otra manera.''

Me ofrecí a llevar yo sola la barca el último trecho, y la escondí lo mejor que pude.

Cuando terminamos el trabajo, oí un ruido. Me incorporé rápidamente, en guardia. Sayen también lo había oído ya que tenía su vara firmemente agarrada.

Y, de pronto, apareció ante nosotras la elfa más extraña y exótica que jamás haya visto en mi vida.
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Mensaje por Nimm Estela Roja Lun Oct 04, 2010 9:06 pm

Acababa de salir de Solace, malhumorada. El último encargo la había decepcionado y ultrajado. ¡Un asesinato a sangre fría tan solo porque habían humillado a un tipo nada importante! ¡Ella tenía cosas mucho mejores que hacer!

Refunfuñó.

¡Hasta ver volar a un pájaro era mejor que aquello! Un asesinato a sangre fría...¡Jamás! Sus principios no lo aceptaban. Era totalmente repugnante.

Meneó la cabeza en ademán negativo, recordando al asqueroso tipo de la posada. Estaba ya borracho y ni siquiera había anochecido todavía. Olía mal y tenía unos modales nada finos. Ella jamás trabajaría para tipos como aquel hombre.

Dejó atrás la ciudad de Solace, devastada por las tropas oscuras. El tipo parecía un adorador de Takhisis.

Nimm no tenía nada en contra de los servidores de la Reina de la Oscuridad, ni mucho menos. Le importaban un comino. Pero odiaba tener que trabajar para ellos. Eran crueles e inhumanos. No tenían un motivo noble por el que luchar. O, al menos, así lo veía ella.

Por el contrario, admiraba hasta cierto punto a los Caballeros Solámnicos. Eran valientes y heroicos, pero a veces no ejercían muy bien su poder. Eran casos extremos, claro, pero los había al fin y al cabo. Aunque eso no había empañado para nada su opinión sobre aquellos Caballeros.

Mientras pensaba en eso, observó a lo lejos a un par de humanas. Una de ellas era una Túnica Roja. Decidió acercarse. La verdad es que era bastante curiosa.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pudo ver que la muchacha más baja era, en realidad, una semielfa.

A Nimm le caían bien los semielfos. Tal vez fuese porque, al igual que ella, no eran aceptados por sus parientes. Los entendía bastante bien.

Alzó la mano para saludar a aquellas dos mujeres.

-¡Hola!

Después, se acercó a la semielfa y miró atentamente sus ojos. La joven frunció el ceño, molesta.

-Por un casual...¿No serás Shäyra, la hermana de Talik? ¡Sí, debes de ser ella! ¡Tenéis los mismos ojos, vaya!

La semielfa abrió mucho los ojos, con lo que Nimm asintió, sonriente.

-Sí que sí, clavaditos.

-¿De qué conoces tú a mi hermano?-preguntó, fría.

Nimm hizo un gesto con la mano.

-¡Oh, vamos, mujer! ¡No seas tan antipática! Talik y yo somos muy buenos amigos, la verdad. Me ha hablado mucho de ti.

Notó la mirada de Sayen sobre ella.

-Hm...¿Sayen? ¿Sayen Fester? ¡Sí, tienes que ser tú! Talik dibuja muy bien, ciertamente. ¿Por qué...? ¡Oh, no! ¿No creerás que...? ¡Ridículo, sin duda!

Entonces, empezó a reírse.

-Bien, bien...¿Y dónde está Erelik?

Aquella pregunta les pilló a las dos por sorpresa.

Nimm esperó pacientemente su respuesta, con la sonrisa en los labios.
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Mensaje por Sayen Miér Oct 06, 2010 8:06 pm

La espesa y abundante maleza que teníamos delante, y de la que había provenido el ruido, se removió agitadamente y de entre ella salió ante nosotras una elfa. No una elfa cualquiera, sino, probablemente, la elfa más extraña que hubiese visto y vería jamás. Su piel era oscura, no pálida como la de la mayoría de los elfos; en exótico contraste con su níveo y largo cabello. La parte más llamativa de ella eran sus almendrados ojos de un inquietante color rojo.

La mujer apareció frente a nosotras, mirándonos fijamente y con expresión curiosa.

-¡Hola! –saludó animosamente alzando una de sus manos.

Se acercó más a nosotras, y yo agarré con más fuerza mi Bastón, adelantándolo ligeramente en una señal de advertencia que la elfa o no vio, o pareció ignorar. Mi innata desconfianza hacia los demás se había alzado imperiosa dentro de mí al ver a aquella elfa armada hasta los dientes, con dos espadas gemelas y un arco.

La expresión curiosa de la extraña cambió mientras contemplaba atentamente a Shäyra, pasando a ser una de absoluto reconocimiento.

-Por un casual... ¿No serás Shäyra, la hermana de Talik? ¡Sí, debes de ser ella! ¡Tenéis los mismos ojos, vaya!

Abrí desmesuradamente los ojos, y me quedé completamente tiesa, casi tanto como mi vara, por la sorpresa.

-Sí que sí, clavaditos.

Abrí la boca y aspiré aire para preguntar, pero la semielfa se me adelantó.

-¿De qué conoces tú a mi hermano?-preguntó con frialdad. Me había quitado las palabras de la boca. En cierto modo, me alegraba saber que alguien había visto a Talik, lo que sin duda nos ayudaría a encontrarle… pero no había que olvidar que la persona que supuestamente parecía conocerle era una elfa rarísima, perfectamente armada y que venía de Solace, controlada por tropas de Takhisis.

La elfa movió la mano despreocupadamente con la pregunta de mi compañera.

-¡Oh, vamos, mujer! ¡No seas tan antipática! Talik y yo somos muy buenos amigos, la verdad. Me ha hablado mucho de ti. –la sorpresa fue absoluta. Tanto, que empezaron a zumbarme los oídos y a tener dolor de cabeza intenso. Sacudí la cabeza para intentar despejarme, ya que necesitaba pensar. La elfa podría estar mintiendo, pero… si era así, ¿cómo había reconocido a la semielfa?

La mujer se volvió hacia mí, entonces. La sostuve la mirada con un aplomo que en ese momento, gobernada por las dudas, estaba lejos de sentir.

-Hm...¿Sayen? ¿Sayen Fester? ¡Sí, tienes que ser tú! Talik dibuja muy bien, ciertamente. –el Bastón se me resbaló por las manos y casi estuve a punto de dejarlo caer. La contemplé absolutamente anonadada. ¿Talik? ¿Yo? ¿Di-dibujar? No entendía nada. ¿De qué hablaba?-¿Por qué...? ¡Oh, no! ¿No creerás que...? ¡Ridículo, sin duda! –exclamó, y después prorrumpió en carcajadas.

-Bien, bien...¿Y dónde está Erelik?-preguntó después, sonriendo levemente.

Aquello me pilló por sorpresa. Me giré muy levemente, lo suficiente para mirar de reojo hacia el lugar donde había visto por última vez al espíritu. No vi nada. Miré en derredor y tampoco la vi. No obstante, al igual que en Palanthas, sentía su presencia. Medité unos instantes y deducí que se debía a su “pérdida de corporeidad”, como ella lo había llamado. Dirigí de nuevo la mirada hacia Nimm, esta vez, ya recobrado el control de mí misma, fría, altiva, serena y segura.

-¿Por qué se supone que debemos responderte? ¿Quién eres tú? ¿Qué sabes de nosotras, y de qué conoces a Talik… si es cierto que le conoces? Dame un motivo para que confiemos en una persona completamente armada que parece venir de una ciudad controlada por las tropas de la Oscuridad.
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Mensaje por Shäyra Miér Oct 13, 2010 7:49 pm

¿Dónde está Erelik? ¿Que dónde está Erelik? ¡No podía ser cierto! Estaba a mí lado, pero ella no la veía. Y, al no verla, había preguntado por...No, no podía ser.

¿Quién era aquella mujer? ¿De qué conocía a mi hermano? ¿Cómo es que sabía de la existencia de Erelik? Me tambaleé momentáneamente, presa del desconcierto. La mire con la incredulidad pintada en la cara.

-¿Qué...? ¿Cómo...? No...-balbuceé.

No podía terminar una sola pregunta. Estaba demasiado soprendida para ello.

No esperaba encontrar a una persona que supiese algo sobre Erelik sin que yo se lo hubiera dicho. Y, es más, solo conocía a tres personas vivas que supiesen de ella: mis dos hermanos y Sayen. Al parecer, debía añadir una más a la lista.

Aunque no me fiaba de ella. ¿Y si era una espía? ¿Y si, con toda posibilidad, trabajaba para las tropas de Takhisis?

Cogí aire para responder, pero Sayen abrió la boca primero.

-¿Por qué se supone que debemos responderte? ¿Quién eres tú? ¿Qué sabes de nosotras, y de qué conoces a Talik… si es cierto que le conoces? Dame un motivo para que confiemos en una persona completamente armada que parece venir de una ciudad controlada por las tropas de la Oscuridad.

Pensaba igual que yo, con lo que no iba a aportar nada si decía algo.

La elfa nos miró, sorprendida y hasta cierto punto horrorizada. Parecía a puntito de ponerse a gritar.

Me crucé de brazos y alcé una ceja.

-¿Y bien? ¿Contestas hoy, o lo dejamos mejor para mañana?

La joven abrió la boca y dijo...

-Por los dioses, igualita que Talik. ¡Hay que ser tonto para no darse cuenta de que sois hermanos!

Lo dijo de forma divertida. Además, sus ojos no eran fríos como cabía esperar.

-Y, si queréis, puedo deciros algo que hará que confiéis en mí. ¡Sobretodo tú!-me señaló.

Parpadeé varias veces y la miré sin comprender. Ella sonrió, enseñando los dientes.
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Mensaje por Nimm Estela Roja Dom Oct 17, 2010 5:27 pm

Estaba esperando pacientemente la respuesta a su inocente pregunta. Miraba a ambas mujeres con los ojos abiertos y una bonita sonrisa en el rostro.

Entonces, la hechicera dijo algo que horrorizó a la elfa.

-¿Por qué se supone que debemos responderte? ¿Quién eres tú? ¿Qué sabes de nosotras, y de qué conoces a Talik… si es cierto que le conoces? Dame un motivo para que confiemos en una persona completamente armada que parece venir de una ciudad controlada por las tropas de la Oscuridad.

Se llevó una mano a la boca, sin creer lo que oía. Iba a responder cuando Shäyra aportó su granito de arena a la conversación.

-¿Y bien? ¿Contestas hoy, o lo dejamos mejor para mañana?

La joven elfa volvió a sonreir y se inclinó ligeramente hacia la semielfa.

-Por los dioses, igualita que Talik. ¡Hay que ser tonto para no darse cuenta de que sois hermanos! Y, si queréis, puedo deciros algo que hará que confiéis en mí. ¡Sobretodo tú!

Enseñó los dientes y carraspeó.

-Ejem...¡Oh, qué maleducada que soy! Me llamo Nimm, Nimm Estela Roja-dijo, haciendo una graciosa reverencia.

Al ponerse bien de nuevo, las puntas de sus largas orejas se movieron, de forma divertida. Sus ojos adquirieron un brillo simpático con la luz del atardecer y su piel comenzó a resplandecer.

-Bien, hechas las presentaciones, os diré aquello que antes dije...Shäyra, querida mía, yo soy tu primita mayor. Pero mayor, mayor. ¡Como que tengo 47 años!
-se llevó una mano al mentón-¿47? Cuando una es tan mayor, suele perder la cabeza y ya no sabe en que mundo vive...En fin-se encogió de hombros-. Sé que cuesta creerme...¡Pero tengo un método infalible! Sayen, si eres tan amable...¿Puedes mirar la marca que tiene mi prima en la nuca? Y, por los dioses, que es igual que esta.

Se remangó la manga de su túnica y enseñó el antebrazo.

Allí tenía una marca de color azul claro que contrastaba vivamente con su tez oscura.

-Es la marca de nuestra familia. Talik la lleva en el pecho. Alasse la luce en...¿la pierna izquierda? Y Erelik...Bueno, lo desconozco. Pero estoy convencida de que la lleva. Mi verdadera madre era la hermana de tu padre. Eso nos convierte en primas, como ya dije. Me enteré de nuestro parentesco hará cosa de dos semanas, cuando fui a visitar a mis parientes cerca de Sanction. Y no, no trabajo ni trabajaré nunca para las tropas de Takhisis. Es un golpe a mi honor. A lo mejor no me creéis por mi apariencia, pero como se dice...No se debe juzgar un libro por la cubierta.

Volvió a sonreir. Hizo una señal a Sayen con la cabeza.

-Cuando quieras, hechicera. La marca no desaparecerá jamás, aunque es mejor que te des algo de prisa.
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Mensaje por Sayen Mar Nov 09, 2010 5:46 pm

-¿Por qué se supone que debemos responderte? ¿Quién eres tú? ¿Qué sabes de nosotras, y de qué conoces a Talik… si es cierto que le conoces? Dame un motivo para que confiemos en una persona completamente armada que parece venir de una ciudad controlada por las tropas de la Oscuridad.-le dije a la elfa con frialdad y una mirada altiva.

La exótica elfa me dirigió una mirada tan sorprendida y casi horrorizada, llevándose una mano a los labios, que en cierto modo, me desconcertó.

-¿Y bien? ¿Contestas hoy, o lo dejamos mejor para mañana?-ironizó Shäyra al ver que la extraña no respondía mis preguntas. La mujer sonrió y se inclinó hacia ella antes de, por fin, responder.

-Por los dioses, igualita que Talik. ¡Hay que ser tonto para no darse cuenta de que sois hermanos! Y, si queréis, puedo deciros algo que hará que confiéis en mí. ¡Sobretodo tú!-agregó señalando a la semielfa. Fruncí el ceño ante aquella respuesta tan poco interesante y repetitiva. Aunque no podía negar que sentía curiosidad por saber qué sería aquello que nos haría confiar en ella.

-Ejem...¡Oh, qué maleducada que soy! Me llamo Nimm, Nimm Estela Roja.-dijo de repente la elfa.

“Vaya, por fin sabemos algo de ti.”, pensé con cinismo.

Tras incorporarse después de la burlona reverencia que realizó al presentarse, nos miró con un gesto pícaro, y comenzó a hablar.

-Bien, hechas las presentaciones, os diré aquello que antes dije...Shäyra, querida mía, yo soy tu primita mayor. Pero mayor, mayor. ¡Como que tengo 47 años!-exclamó. Fruncí el ceño ante aquella afirmación, aún escéptica, resistiéndome a creer.- ¿47? Cuando una es tan mayor, suele perder la cabeza y ya no sabe en qué mundo vive...En fin. Sé que cuesta creerme... ¡Pero tengo un método infalible! Sayen, si eres tan amable... –dijo mirándome directamente.-¿Puedes mirar la marca que tiene mi prima en la nuca? Y, por los dioses, que es igual que esta.

Al decir esto, se subió la manga de sus ropajes, apartando la tela para que pudiésemos ver su antebrazo. Di un par de pasos, con la curiosidad pintada en la cara, para poder ver mejor. Sobre su oscura piel había una marca de una tonalidad azulada.

-Es la marca de nuestra familia. Talik la lleva en el pecho.-aunque me costase admitirlo, en aquel momento sentí una desagradable sensación punzante en el estómago, justo al oír que aquella mujer había visto el pecho de Talik y, por lo visto, había tenido tiempo de descubrir en él marcas y señales. Arrugué el labio superior con disgusto.- Alasse la luce en... ¿la pierna izquierda? Y Erelik... Bueno, lo desconozco. Pero estoy convencida de que la lleva. Mi verdadera madre era la hermana de tu padre. Eso nos convierte en primas, como ya dije. Me enteré de nuestro parentesco hará cosa de dos semanas, cuando fui a visitar a mis parientes cerca de Sanction. Y no, no trabajo ni trabajaré nunca para las tropas de Takhisis. Es un golpe a mi honor. A lo mejor no me creéis por mi apariencia, pero como se dice...No se debe juzgar un libro por la cubierta.-dijo, y sonrió de nuevo con aquella peculiar sonrisa suya. Me miró otra vez, haciendo un ademán con la cabeza.- Cuando quieras, hechicera. La marca no desaparecerá jamás, aunque es mejor que te des algo de prisa.

Fruncí el ceño unos instantes, mientras la sostenía la mirada. Finalmente, tras meditar, asentí una sola vez con un gesto de la cabeza y, de un par de zancadas, salvé la distancia que había entre la semielfa y yo. Ignoraba qué pensaba ella de todo aquello, aunque podía imaginar cuál sería su sorpresa. De la noche a la mañana, enterarte de que tienes un pariente que desconocías, y que está relacionado con un hermano al que buscas… debía resultar duro de asimilar. Con aquellos pensamientos, alcé la mano derecha y aparté el oscuro cabello de Shäyra que tapaba la parte de atrás de su cuello. Al hacerlo, no tardé en hallar una marca azul claro, exactamente igual que la que Nimm nos había enseñado. Volví a dejar caer la melena de la semielfa y le dirigí una mirada intensa, sin dejar relucir en ella lo que estaba pensando, pero que la hiciera comprender que lo que decía la elfa parecía tener sentido… y ser cierto.
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Mensaje por Shäyra Mar Nov 16, 2010 8:37 pm

Me estaba hartando de la elfa. Se había presentado con una reverencia burlona y encima era repetitiva y pesada. ¿Qué habría hecho para merecer esto? No me consideraba un ser tan malvado...

-Bien, hechas las presentaciones, os diré aquello que antes dije...Shäyra, querida mía, yo soy tu primita mayor. Pero mayor, mayor. ¡Como que tengo 47 años! ¿47? Cuando una es tan mayor, suele perder la cabeza y ya no sabe en qué mundo vive...En fin. Sé que cuesta creerme... ¡Pero tengo un método infalible! Sayen, si eres tan amable... ¿Puedes mirar la marca que tiene mi prima en la nuca? Y, por los dioses, que es igual que esta.

Primita mayor...

Abrí mucho los ojos, sin creer lo que mis orejas oían. ¿Prima? ¡No podía ser! Tenía...¡No, no tenía nada! ¡No era mi prima! Si lo fuese, lo hubiese sabido...O no. La verdad es que había estado viviendo en la ignorancia durante bastante tiempo. Y, seguramente, aun seguiría allí. La miré, escéptica. Y, además, ¿de qué marca hablaba?

-Es la marca de nuestra familia. Talik la lleva en el pecho. Alasse la luce en... ¿la pierna izquierda? Y Erelik... Bueno, lo desconozco. Pero estoy convencida de que la lleva. Mi verdadera madre era la hermana de tu padre. Eso nos convierte en primas, como ya dije. Me enteré de nuestro parentesco hará cosa de dos semanas, cuando fui a visitar a mis parientes cerca de Sanction. Y no, no trabajo ni trabajaré nunca para las tropas de Takhisis. Es un golpe a mi honor. A lo mejor no me creéis por mi apariencia, pero como se dice...No se debe juzgar un libro por la cubierta. Cuando quieras, hechicera. La marca no desaparecerá jamás, aunque es mejor que te des algo de prisa.

Sayen se acercó a mí, resuelta. La miré horrorizada. ¿Acaso creía a esa demente? ¡Eso significaba que estaba más loca que ella! Antes de que me diese tiempo a dar un cabezazo, me alzó el cabello e inspeccionó mi cuello. Después, me miró con ademán grave. No...No podía ser.

Miré a Erelik, incrédula. Ella asintió, sonriente.

-En efecto, querida hermanita. Nimm es tu prima. Yo, evidentemente, ya lo sabía...

-Anda que no te echas flores...-susurré.

-¡No me interrumpas! Bien, como iba diciendo...Yo ya sabía quién era Nimm. Es más, nos llevamos la mar de bien. Pero, como nunca salió el tema...

Me puse roja de ira. ¡Todos me ocultaban algo!

-¡No soy una niña, Erelik! ¡Tengo derecho a saber todo lo que tú sabes! ¡Estoy harta de que se me oculten cosas!

Lancé una mirada furibunda a mi gemela, que se encogió. Miré a Nimm, que me sonreía tan tranquila, como si el ver hablar a alguien con la nada fuese de lo más normal del mundo.

-Nimm, no...No sé. No creo que esté preparada para aceptarlo. Me cuesta creer que tenga algún tipo de parentesco contigo. No es por...bueno, por tu apariencia. Es, simplemente, que...-me encogí de hombros-es difícil.

Nimm me miró de forma comprensiva y puso una mano sobre mi hombro. Su sonrisa cambió por una algo más familiar.

-Tómate el tiempo que necesites para aceptarlo, Shäy.

De pronto, me sentí de nuevo como aquella niña de 6 años, desorientada y confusa. Volvía a sentirme vacía, sola y triste, pequeña en un mundo demasiado grande. Me separé de Nimm y de Sayen con pasos cortos y vacilantes. Erelik no me siguió. Comprendía cómo me sentía o, al menos, en parte. Sabía que quería estar sola.

Miré al cielo, sin saber qué hacer. Debía encontrar a mis hermanos por encima de todo, pero...

¿Cómo encontrarlos si no podía ni encontrarme a mí? ¿Podría ayudarles sin saber qué camino tomar primero? Nimm podría ayudarme a mí, pues estaba dispuesta a hacerlo. Al fin y al cabo, era...era...

No podía pronunciarlo. Aun no. Era demasiado pronto para ello.

Saqué una cinta de uno de mis saquillos y la cogí con la boca. Me llevé las manos al pelo, trenzándomelo. Me até el lazo, dejando que la trenza me cayese libre. Me la había hecho muy alta y todo lo fina que pude. La marca se me vería bien.

Eso era lo importante. Aceptarlo cuanto antes era lo mejor.

Me giré, con un nuevo brillo en los ojos. Sólo yo podía encontrar el camino. Era mi cometido.

-Sayen, Nimm, hemos de continuar. Erelik, haz de guía, tal y como se te ordenó.

-Claro, hermana...-se materializó para que las otras dos pudiesen verla y oírla-Ha sido una suerte que Nimm estuviese aquí...Esta parte de la misión es tarea suya, sin duda.

La elfa lanzó una sonrisa.
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Mensaje por Nimm Estela Roja Vie Nov 19, 2010 10:10 pm

Nimm miró a Sayen, que había levantado la abundante cabellera de la semielfa e inspeccionaba la zona de la nuca. Poco después, la hechicera se retiró con cara de circunstancias. La mujer elfa sonrió, satisfecha. Jamás decía algo que no sabía del todo si era cierto. Tenía demasiado orgullo para ello.

Shäyra no se lo creía. No había que ser un erudito para darse cuenta de ello. Nimm fue a decir algo, pero de pronto la semielfa se puso a hablar con el bonito paisaje. Nimm frunció los labios y se llevó una mano al mentón, curiosa.

-''Vaya, vaya...Erelik debe de sacar a Shäy de quicio cada dos por tres...''

La semielfa miró a Nimm, confusa.

-Nimm, no...No sé. No creo que esté preparada para aceptarlo. Me cuesta creer que tenga algún tipo de parentesco contigo. No es por...bueno, por tu apariencia. Es, simplemente, que...-la joven se encogió de hombros-es difícil.

Nimm asintió, comprensiva, y se acercó a la semielfa. Apoyó la mano en su hombro y le lanzó una sonrisa fraternal.

-Tómate el tiempo que necesites para aceptarlo, Shäy.

Shäyra se retiró, todavía sin saber muy bien qué hacer o decir. Miró al cielo, entristecida. Con parsimonia, sacó unas cintas y las sujetó con la boca.

Nimm abrió mucho los ojos, sorprendida. Shäyra se había hecho una trenza, lo suficientemente alta y delgada como para que se viese la marca del cuello. Lo había aceptado, sin más. La semielfa se giró con resolución y con un nuevo brillo en sus ojos claros.

-Sayen, Nimm, hemos de continuar. Erelik, haz de guía, tal y como se te ordenó.

Una bruma blanquecina apareció y, de pronto, tomó la forma de una pequeña semielfa, que era el vivo retrato de Shäyra.

-...Ha sido una suerte que Nimm estuviese aquí...Esta parte de la misión es tarea suya, sin duda.

Nimm sonrió con su característica sonrisa pícara. Sabía lo que se le venía encima y lo aceptaba, pues era idónea para ese tipo de trabajos.

-Prima Erelik, cuando desees.

Erelik se relamió los labios.

-Bien, bien, primita...Tu misión será infiltrarte de nuevo en Solace, pero con un disfraz. Sospecho que ahí dentro hay alguien que sabe dónde están Talik y Alasse. El tipo en cuestión suele estar en El Abrevadero...Sí, lo sé, es de esperar. Bien, pues esa será tu misión. Deberás hacerla en poco tiempo al ser posible.

-El tiempo no será problema. El problema es encontrar al tipo que sepa algo. Y ni siquiera eso será muy complicado, estoy segura.

Nimm se sentó y sacó unas bolsas de la túnica. Se recogió el cabello y se colocó encima una peluca de rizos negros. Abrió un botecito que contenía maquillaje. Untó los dedos en él y esparcio el potinge por su cara negra y brillante. Ésta adquirió una tonalidad clara, típica de los demás seres de Ansalon. Se colocó la capucha sobre la cabeza y, con un pestañeo, sus ojos cambiaron del rojo al negro. Pestañeó otra vez y su túnica cambió por un elegante vestido rojo con corsé.

-¿Cómo estoy?-preguntó.

-Vaya, ¿quién eres?

-Laeral Taeriss, dama de compañía.

Erelik torció el gesto, sin comprender muy bien la situación. Nimm guiñó un ojo, esbozó una sonrisa seductora y se giró, dirigiendo sus pasos a Solace.

-¡Enseguida vuelvo, señoritas!

Una media hora después, apareció la elfa, corriendo y riéndose. Shäyra, que la había estado esperando sentada, se levantó de un salto, espectante.

-¡¡¡Listo, lo tengo!!! ¡¡¡Ahora, si queréis seguir con vida, será mejor que la dama Sayen nos teletransporte cerca del Muro de Hielo!!!

Shäyra abrió los ojos, sorprendida. Nimm se abalanzó sobre ella, agarrando también a la hechicera.
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Mensaje por Sayen Sáb Nov 20, 2010 6:19 pm

Cuando avancé hacia Shäyra para comprobar si era cierto lo que la tal Nimm afirmaba, no me pasó desapercibida su mirada escandalizada. No me inmuté, por supuesto; estaba resuelta a averiguar si lo que decía la elfa era cierto, y realmente había tenido contacto recientemente con Talik. Sin embargo, me extrañó su reacción en cierto modo. Comprendía la turbación que podía causarle averiguar la existencia de un pariente que desconocía, pero… ¿no quería saber nada? ¿No quería saber si la elfa decía la verdad o mentía? A mí, que siempre había ansiado el saber, no me resultaba una reacción normal, aunque tampoco la juzgué por aquello.

Tras haber comprobado que, en efecto, la semielfa poseía aquella azul marca familiar, Shäyra se giró hacia donde yo suponía que estaría Erelik, ya que aunque no la veía, con mi poder percibía que la sensación que producía el espíritu emanaba más de aquella zona. La semielfa empezó a tener otra de sus habituales conversaciones con el espíritu de Erelik. Al principio no presté atención, y me dediqué a someter a la exótica elfa a un exhaustivo examen con mi mirada. Decía la verdad, cierto, pero… ¿sería de confiar? También me llamó la atención que no pareciese extrañada al ver hablar a la semielfa con “la nada”. Yo estaba acostumbrada, pero ¿ella? Entonces, algo que exclamó la semielfa captó mi atención.

-¡No soy una niña, Erelik! ¡Tengo derecho a saber todo lo que tú sabes! ¡Estoy harta de que se me oculten cosas!

Aquello, sinceramente, me sorprendió. Hasta ahora, prácticamente no había comprendido ninguna de las acciones, formas de actuar y pensar de Erelik, pero aquello hizo que mi irritación hacia ella aumentase. ¿A qué jugaba con sus misterios? Pese a no haber oído la conversación entera, parecía ser que su hermanita le había ocultado algo a Shäyra. ¿Por qué hacía algo así en estas circunstancias? Apreté los labios, disgustada.

La semielfa se giró, dando por finalizada su discusión con el fantasma, hacia su, por lo visto, prima mayor.

-Nimm, no...No sé. No creo que esté preparada para aceptarlo. Me cuesta creer que tenga algún tipo de parentesco contigo. No es por...bueno, por tu apariencia. Es, simplemente, que... es difícil.

Aquel fue uno, por no decir el único, de los momentos en los que más vulnerable había visto a la semielfa. A pesar de que era algo impropio en mí, sentí una punzada de compasión. Me paré a pensar en eso mientras la elfa apoyaba una mano en su hombro y le dirigía unas palabras condescendientes, y, llegué a la conclusión de que estaba encariñándome con Shäyra. Me sorprendí. Nunca había pensado en ello desde aquel punto de vista, o quizá, únicamente en el barco, cuando tuve aquella pelea verbal con Erelik. Vaya, ¿podía yo sentir amistad? Antes de la Prueba, sí. Talik… era la prueba evidente de ello. Sin embargo… la Prueba de hechicería había consumido una parte de mí. Era la misma, y a la vez no lo era. Además, después del desprecio de Maver tras convertirme oficialmente en hechicera, mi frialdad y rechazo hacia el resto del mundo había aumentado. No había vuelto a relacionarme cercanamente con nadie. La gente me evitaba, y yo evitaba a la gente. Pero ahora, parecía ser diferente.

Salí de mi ensimismamiento cuando la semielfa se acercó de nuevo a nosotras. Vaya, había estado tan distraída que no me había dado cuenta de que se había alejado. Al fijarme en ella, me di cuenta de que se había recogido el pelo en una trenza que mostraba abiertamente la marca de nacimiento que la unía a su familia. Un gesto que era mucho más complejo de lo que parecía. Lo había aceptado.

-Sayen, Nimm, hemos de continuar. Erelik, haz de guía, tal y como se te ordenó.

De repente, una presencia comenzó a tener forma real. Era Erelik.

-Claro, hermana… Ha sido una suerte que Nimm estuviese aquí… Esta parte de la misión es tarea suya, sin duda.

-Prima Erelik, cuando desees.-dijo Nimm con una sonrisa traviesa.

-Bien, bien, primita...Tu misión será infiltrarte de nuevo en Solace, pero con un disfraz. Sospecho que ahí dentro hay alguien que sabe dónde están Talik y Alasse-arqueé abiertamente una ceja. “¿Sospechaba?”-. El tipo en cuestión suele estar en El Abrevadero...Sí, lo sé, es de esperar. Bien, pues esa será tu misión. Deberás hacerla en poco tiempo al ser posible.

-El tiempo no será problema. El problema es encontrar al tipo que sepa algo. Y ni siquiera eso será muy complicado, estoy segura.-afirmó. Entonces, comenzó a disfrazarse, usando una peluca negra y maquillaje blanquecino. Sus ojos adquirieron una tonalidad oscura y su túnica desapareció, dejando paso a un vestido rojo con corsé.

-¿Cómo estoy?

-Vaya, ¿quién eres?

-Laeral Taeriss, dama de compañía.-dijo la elfa, quiñando un ojo y sonriendo, seductora. Arqueé una ceja, recordando sus anteriores palabras sobre su “honor”. Al ver la cara de Erelik, que sin duda no había entendido nada, no pude evitar una abierta sonrisa arrogante. Sí, no estaba bien reírme de ella, pero bueno, sólo era un poquito… y su cara era todo un poema.

La elfa se fue y no regresó hasta, por lo menos, media hora más tarde. Apareció entre la maleza corriendo a gran velocidad, riendo sin parar. Shäyra se levantó de golpe, y yo hice lo mismo, cerrando el grueso tomo de hechizos que había estado repasando mientras esperaba. Lo guardé rápidamente mi bolsa y esperé a que la elfa hablase.

-¡¡¡Listo, lo tengo!!! ¡¡¡Ahora, si queréis seguir con vida, será mejor que la dama Sayen nos teletransporte cerca del Muro de Hielo!!!

Al oír aquello, abrí mucho los ojos. ¡El Muro de Hielo! ¿Por Lunitari, estaba Talik allí? Sin embargo, era una mujer que actuaba rápidamente en los casos de necesidad, y cuando la elfa se precipitó sobre la semielfa y yo, formulé rápidamente un conjuro de teletransporte, que nos catapultó al extremo sur de Ansalon.
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