Flautas y almas
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Dragonlance Rol :: Abanasinia :: Haven
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Flautas y almas
Miré hacia el cielo. Estaba despejado, claro, azul. Sonreí. Me encantaban aquellos días tan alegres. Di unas palmaditas en la grupa de mi fiel amigo Blind'Fire, que contaba ahora con casi siete años. Él relinchó, contento al parecer. Saqué la flauta de su funda y comencé a tocar una melodia, famosa en mi tribu, una alabanza al cielo. Mientras tocaba, observé a lo lejos la ciudad de Haven. Bueno, más bien, su empalizada.
-Nuestro destino, pequeño Blind'Fire. Pasaremos allí poco tiempo, lo justo para comprar provisiones ya que se me han acabado y, después, cabalgaremos hacia donde queramos. ¡No habrá tierra que no conozca tus pisadas, amigo mío!-le dije cuando terminé.
Volví a guardar el instrumento. Aquella era una mañana preciosa. Oí el ruido de los pájaros, como si me diesen la bienvenida. No pude resistirme y empecé a cantar, a cada nota más alto y más fuerte, acompañada con los gorjeos de las aves.
De pronto, empecé a reírme. Me imaginaba a los pájaros cantando no con su extraño ruidito, sino con mi voz. Uno de ellos se quedó mirándome.
-¡A saber en qué estarás pensando, pajarito curioso! Por tu cara cualquiera diría que te parezco una loca. Bueno, ahora que lo pienso, estoy hablando con un pájaro que, posiblemente, no me entiende...Sí, bien podría pasar por una auténtica demente-me llevé un dedo a los labios, dando golpecitos, pensativa-. Tampoco es tan raro. Al fin y al cabo, conocí a un joven que hablaba con las rocas.
Blind'Fire agitó la testa al oírme. Le di nuevas palmaditas, esta vez en el belfo, divertida.
-¡Venga, Blind'Fire, no me mires tú también como si estuviese tarada! Sabes perfectamente que estoy cuerda. ¡Blind'Fire, que no me mires así!
Mi amigo pareció decir ''Lo que tú digas, amiguita mía...''. ¡Claro, me daba la razón como a los tontos! ¡No solo le parecía loca, sino que también le parecía tonta!
-¿Así es como me ves después de dos años? ¡Pues vaya! Ya pensé que incluso te caía bien y todo...Hoy no has intentado tirarme de la silla, y llevamos un buen rato caminando.
A la sola mención de aquel hecho, el caballo dio un brinco con sus patas traseras que me hizo perder ligeramente el equilibrio, pero enseguida me repuse. Me erguí triunfal sobre la silla.
-¡Ni por asomo me tirarás, pequeño! Estoy ya tan acostumbrada a tus inoportunas sacudidas que no conseguirás que me caiga de la silla. ¡Adelante, sacúdete todo lo que quieras, que no me tirarás! ¡Jajajajaja!
Al final, dando brincos y sacudidas, consiguió derribarme. La verdad es que Blind'Fire tiene una fuerza descomunal, y si a eso le sumamos el hecho de que es bastante tozudo, sería capaz incluso de derribar un vallenwood con la cola si se lo propusiera. Riéndome, me levanté y me sacudí el polvillo del pantalón. Le acaricié la frente, donde tenía una mancha blanca bastante grande, y él piafó satisfecho.
-Lo has vuelto a hacer, amigo. ¡No habrá nada que no consigas con esa actitud!
Volví a montar, con una sonrisa en los labios a pesar del leve dolor que sentía en la espalda. ¡Era tan brusco en algunas ocasiones!
-Que sepas, caballero, que a una dama no debe de hacérsele daño. ¡Ya es hora de que aprendas esa lección! ¡Te la acabaré metiendo a golpes en esa dura cabezota tuya!
Blind'Fire levantó la cola haciendo una orgullosa onda. No tenía remedio, era tan testarudo como grande. Me encantaba aquel caballo. Era mi mejor amigo, siempre lo fue desde que me lo regalaron. Parecía que era el único que entendía a la perfección aquel ansia aventurera que mi alma necesitaba con tanta urgencia. Sí, él era el mejor amigo del mundo que podría haber tenido.
Poco a poco me fui acercando a la ciudad. Desmonté y saludé a un par de guardias apostados en la entrada de Haven, que igualmente me devolvieron el saludo. Sujeté fuertemente las riendas de Blind'Fire, reacia a dejarlo en una cuadra. Así pues, me dirigí al mercado por la calle principal de la ciudad.
Pasado un rato, cuando ya tenía provisiones suficientes, volví sobre mis pasos y salí de la ciudad, saludando de nuevo a la guardia. Antes de montar a Blind'Fire, vi a una pequeña kender dirigéndose hacia allí. Sonreí. Me gustaban aquellas gentes, siempre tan felices y habladoras. Decidí parar a hablar con ella, para variar un poco. Me acerqué y la sonreí.
-¡Hola! Hace un buen día hoy, ¿no te parece?
-Nuestro destino, pequeño Blind'Fire. Pasaremos allí poco tiempo, lo justo para comprar provisiones ya que se me han acabado y, después, cabalgaremos hacia donde queramos. ¡No habrá tierra que no conozca tus pisadas, amigo mío!-le dije cuando terminé.
Volví a guardar el instrumento. Aquella era una mañana preciosa. Oí el ruido de los pájaros, como si me diesen la bienvenida. No pude resistirme y empecé a cantar, a cada nota más alto y más fuerte, acompañada con los gorjeos de las aves.
De pronto, empecé a reírme. Me imaginaba a los pájaros cantando no con su extraño ruidito, sino con mi voz. Uno de ellos se quedó mirándome.
-¡A saber en qué estarás pensando, pajarito curioso! Por tu cara cualquiera diría que te parezco una loca. Bueno, ahora que lo pienso, estoy hablando con un pájaro que, posiblemente, no me entiende...Sí, bien podría pasar por una auténtica demente-me llevé un dedo a los labios, dando golpecitos, pensativa-. Tampoco es tan raro. Al fin y al cabo, conocí a un joven que hablaba con las rocas.
Blind'Fire agitó la testa al oírme. Le di nuevas palmaditas, esta vez en el belfo, divertida.
-¡Venga, Blind'Fire, no me mires tú también como si estuviese tarada! Sabes perfectamente que estoy cuerda. ¡Blind'Fire, que no me mires así!
Mi amigo pareció decir ''Lo que tú digas, amiguita mía...''. ¡Claro, me daba la razón como a los tontos! ¡No solo le parecía loca, sino que también le parecía tonta!
-¿Así es como me ves después de dos años? ¡Pues vaya! Ya pensé que incluso te caía bien y todo...Hoy no has intentado tirarme de la silla, y llevamos un buen rato caminando.
A la sola mención de aquel hecho, el caballo dio un brinco con sus patas traseras que me hizo perder ligeramente el equilibrio, pero enseguida me repuse. Me erguí triunfal sobre la silla.
-¡Ni por asomo me tirarás, pequeño! Estoy ya tan acostumbrada a tus inoportunas sacudidas que no conseguirás que me caiga de la silla. ¡Adelante, sacúdete todo lo que quieras, que no me tirarás! ¡Jajajajaja!
Al final, dando brincos y sacudidas, consiguió derribarme. La verdad es que Blind'Fire tiene una fuerza descomunal, y si a eso le sumamos el hecho de que es bastante tozudo, sería capaz incluso de derribar un vallenwood con la cola si se lo propusiera. Riéndome, me levanté y me sacudí el polvillo del pantalón. Le acaricié la frente, donde tenía una mancha blanca bastante grande, y él piafó satisfecho.
-Lo has vuelto a hacer, amigo. ¡No habrá nada que no consigas con esa actitud!
Volví a montar, con una sonrisa en los labios a pesar del leve dolor que sentía en la espalda. ¡Era tan brusco en algunas ocasiones!
-Que sepas, caballero, que a una dama no debe de hacérsele daño. ¡Ya es hora de que aprendas esa lección! ¡Te la acabaré metiendo a golpes en esa dura cabezota tuya!
Blind'Fire levantó la cola haciendo una orgullosa onda. No tenía remedio, era tan testarudo como grande. Me encantaba aquel caballo. Era mi mejor amigo, siempre lo fue desde que me lo regalaron. Parecía que era el único que entendía a la perfección aquel ansia aventurera que mi alma necesitaba con tanta urgencia. Sí, él era el mejor amigo del mundo que podría haber tenido.
Poco a poco me fui acercando a la ciudad. Desmonté y saludé a un par de guardias apostados en la entrada de Haven, que igualmente me devolvieron el saludo. Sujeté fuertemente las riendas de Blind'Fire, reacia a dejarlo en una cuadra. Así pues, me dirigí al mercado por la calle principal de la ciudad.
Pasado un rato, cuando ya tenía provisiones suficientes, volví sobre mis pasos y salí de la ciudad, saludando de nuevo a la guardia. Antes de montar a Blind'Fire, vi a una pequeña kender dirigéndose hacia allí. Sonreí. Me gustaban aquellas gentes, siempre tan felices y habladoras. Decidí parar a hablar con ella, para variar un poco. Me acerqué y la sonreí.
-¡Hola! Hace un buen día hoy, ¿no te parece?
Karasee- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 06/09/2010
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(0/10)
Raza: Humano
Re: Flautas y almas
La pequeña kender adoraba con toda su alma Haven. Especialmente las semanas de mercado “universal”, como lo llamaban los humanos, puesto que en él vendían productos de todo Ansalon y podías encontrar puestos de humanos, elfos, minotauros, hechiceros y enanos. Era absolutamente maravilloso, especialmente para una kender a rebosar de curiosidad y ansias de conocer gente nueva como era Leann.
Durante toda esa semana se había alojado en una posada de Haven. No podía decir que la mejor posada de la ciudad, ya que en ella estaba terminantemente prohibida la entrada a kenders, algo que Leanndarna no sabía. De hecho, cuando la primera noche decidió entrar con paso agradable, en el momento en que se acercó a la barra dispuesta a pedir una jarra de cerveza, el posadero la miró como si ante él se alzase la terrible oruga Catyrpellius.
-¿Qué haces aquí, kender? –había rugido en tono escandalizado.
Después de que la kender se llevase un dedo al oído para frotárselo delicadamente, contestó:
-Pues he venido a por una jarra de cerveza y algo de cenar. Me han dicho que aquí preparan un excelente pavo…
-¡¿Te parece gracioso?! –aulló más fuerte, si era posible, el humano.
-Oh, no, señor. –dijo ella en tono muy digno.- Me parecería gracioso, por ejemplo, si yo dijese: “¡Cuidado, señor!”, y tú me respondieras “¿Qué pasa, qué has visto?”, y yo “¡Esa hez de enano gully!”, y tú “¡Canalla! ¿Dónde?”, y yo comentara “Ahí mismo. Vaya, la acabas de pisar”. Por ejemplo, eso me parecería gracioso; pero no me lo parece pedir bebida y comida.
La conversación había finalizado diplomáticamente cuando, entre el posadero y otro parroquiano que se ofreció amablemente a ayudarle agarraron a Leann de brazos y piernas y la arrojaron afuera de “El Rufián”. Un nombre bastante apropiado para la posada, pensó la kender.
A la mañana siguiente, se había despertado en aquella otra posada, peor en cuanto a calidad, pero una posada al fin y al cabo. Tras engullir con voracidad un completo desayuno, había colgado su jupak a la espalda y había abandonado la posada para visitar Haven en un paseo hasta la plaza central, donde estaba el mercado. Mientras callejeaba por la ciudad, cantaba muy fuerte una canción kender de entre las muchas que conocía; de tal manera que la gente se asomaba desde las ventanas de sus casas y gritaban cosas tales como:
-¡Pero qué hora es!
A lo que Leann, siempre educada, miraba la posición del sol y respondía:
-¡Las diez y media, más o menos!
Y entonces aquellas personas agarraban cualquier cosa, desde puerros y tomates a macetas, y las lanzaban contra la kender, que las esquivaba a duras penas.
Y entonces, cuando caminaba por una calle –ya finalizada su canción- que desembocaba en la plaza del mercado, se topó con una mujer que paseaba sobre su alazán y la habló agradablemente.
-¡Hola! Hace un buen día hoy, ¿no te parece?
La kender sonrió y se acercó presurosa al caballo, al cual le llegaba algo por debajo de la cabeza.
-¡Sí, magnífico! ¿Tú también vienes al mercado universal? –Leann observó con curiosidad los ropajes de la extraña. Parecían los de una bárbara de las llanuras.- No eres de por aquí, ¿verdad? ¿O eres de las praderas de arena? Por cierto, yo soy Leanndarna Freebones, aunque puedes llamarme Leann. –dijo alzando su pequeña mano, la cual apenas llegaba a las orejas del equino.- Oh, me temo que la altura impide que estreches mi mano. No importa. En fin, ¿cómo te llamas? –preguntó con una sonrisa.
Durante toda esa semana se había alojado en una posada de Haven. No podía decir que la mejor posada de la ciudad, ya que en ella estaba terminantemente prohibida la entrada a kenders, algo que Leanndarna no sabía. De hecho, cuando la primera noche decidió entrar con paso agradable, en el momento en que se acercó a la barra dispuesta a pedir una jarra de cerveza, el posadero la miró como si ante él se alzase la terrible oruga Catyrpellius.
-¿Qué haces aquí, kender? –había rugido en tono escandalizado.
Después de que la kender se llevase un dedo al oído para frotárselo delicadamente, contestó:
-Pues he venido a por una jarra de cerveza y algo de cenar. Me han dicho que aquí preparan un excelente pavo…
-¡¿Te parece gracioso?! –aulló más fuerte, si era posible, el humano.
-Oh, no, señor. –dijo ella en tono muy digno.- Me parecería gracioso, por ejemplo, si yo dijese: “¡Cuidado, señor!”, y tú me respondieras “¿Qué pasa, qué has visto?”, y yo “¡Esa hez de enano gully!”, y tú “¡Canalla! ¿Dónde?”, y yo comentara “Ahí mismo. Vaya, la acabas de pisar”. Por ejemplo, eso me parecería gracioso; pero no me lo parece pedir bebida y comida.
La conversación había finalizado diplomáticamente cuando, entre el posadero y otro parroquiano que se ofreció amablemente a ayudarle agarraron a Leann de brazos y piernas y la arrojaron afuera de “El Rufián”. Un nombre bastante apropiado para la posada, pensó la kender.
A la mañana siguiente, se había despertado en aquella otra posada, peor en cuanto a calidad, pero una posada al fin y al cabo. Tras engullir con voracidad un completo desayuno, había colgado su jupak a la espalda y había abandonado la posada para visitar Haven en un paseo hasta la plaza central, donde estaba el mercado. Mientras callejeaba por la ciudad, cantaba muy fuerte una canción kender de entre las muchas que conocía; de tal manera que la gente se asomaba desde las ventanas de sus casas y gritaban cosas tales como:
-¡Pero qué hora es!
A lo que Leann, siempre educada, miraba la posición del sol y respondía:
-¡Las diez y media, más o menos!
Y entonces aquellas personas agarraban cualquier cosa, desde puerros y tomates a macetas, y las lanzaban contra la kender, que las esquivaba a duras penas.
Y entonces, cuando caminaba por una calle –ya finalizada su canción- que desembocaba en la plaza del mercado, se topó con una mujer que paseaba sobre su alazán y la habló agradablemente.
-¡Hola! Hace un buen día hoy, ¿no te parece?
La kender sonrió y se acercó presurosa al caballo, al cual le llegaba algo por debajo de la cabeza.
-¡Sí, magnífico! ¿Tú también vienes al mercado universal? –Leann observó con curiosidad los ropajes de la extraña. Parecían los de una bárbara de las llanuras.- No eres de por aquí, ¿verdad? ¿O eres de las praderas de arena? Por cierto, yo soy Leanndarna Freebones, aunque puedes llamarme Leann. –dijo alzando su pequeña mano, la cual apenas llegaba a las orejas del equino.- Oh, me temo que la altura impide que estreches mi mano. No importa. En fin, ¿cómo te llamas? –preguntó con una sonrisa.
Leanndarna Freebones- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 29/06/2010
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Re: Flautas y almas
Sonreí abiertamente. Cuando me disponía a contestar a una pregunta de la kender, saltaba con otra. Muchas veces me habían regañado por algo así, pero nunca le tuve importancia. ¡La curiosidad es la curiosidad!
-Mi nombre es Karasee, encantada. Puedes llamarme...-me llevé un dedo al mentón-Bueno, Karasee. Nunca he tenido diminutivo. Bien, contestando a tus preguntas, te diré que he venido a Haven porque era lo que más cerca tenía, pequeña. Soy de las llanuras del este de Abanisinia, una bárbara-me estiré para poder estrecharle la mano, una tarea...bastante dificultosa-. ¿Quieres venir a dar un paseo conmigo?
Mientras hablaba, Blind'Fire había estado olisqueando a la kender. Después de eso, me lanzó una mirada de reproche.
-¡Ah, sí, lo siento! Leann, te presento a mi amigo, Blind'Fire. Blind'Fire, esta pequeña es Leann. Seguro que te caerá bien, es una kender. Alguna que otra persona me suele decir que soy un kender atrapado en el cuerpo de una bárbara. Tú decidirás si eso es cierto, pequeña amiguita.-dije, aún con una espléndida sonrisa.
¡Vaya, pues sí que le gustaba Leann a Blind'Fire! No dejaba de olerla. Agitó la cabeza, contento. Le di unas palmaditas en la grupa mientras observaba los movimientos de la kender.
-¿Te gustan los caballos, Leann? Si quieres, cuando estemos fuera de la ciudad, puedo dejar que montes a este pequeño. Tendrá cuidado, estoy completamente segura.-Blind'Fire piafó-. Bien, si no tienes nada que hacer por aquí, podríamos salir de Haven un rato para conversar.
Diciendo esto, salté del caballo y le cogí de las riendas para guiarle. Me arreglé las ropas, que tenía algo arrugadas, y me acaricié el tatuaje de mi frente. Rasqué a Blind'Fire en la cabeza y me giré hacia Leann.
-Bueno, ¿qué me dices? ¿Quieres salir afuera o nos quedamos aquí?
No sé por qué, pero me gustaba esa kender.
-Mi nombre es Karasee, encantada. Puedes llamarme...-me llevé un dedo al mentón-Bueno, Karasee. Nunca he tenido diminutivo. Bien, contestando a tus preguntas, te diré que he venido a Haven porque era lo que más cerca tenía, pequeña. Soy de las llanuras del este de Abanisinia, una bárbara-me estiré para poder estrecharle la mano, una tarea...bastante dificultosa-. ¿Quieres venir a dar un paseo conmigo?
Mientras hablaba, Blind'Fire había estado olisqueando a la kender. Después de eso, me lanzó una mirada de reproche.
-¡Ah, sí, lo siento! Leann, te presento a mi amigo, Blind'Fire. Blind'Fire, esta pequeña es Leann. Seguro que te caerá bien, es una kender. Alguna que otra persona me suele decir que soy un kender atrapado en el cuerpo de una bárbara. Tú decidirás si eso es cierto, pequeña amiguita.-dije, aún con una espléndida sonrisa.
¡Vaya, pues sí que le gustaba Leann a Blind'Fire! No dejaba de olerla. Agitó la cabeza, contento. Le di unas palmaditas en la grupa mientras observaba los movimientos de la kender.
-¿Te gustan los caballos, Leann? Si quieres, cuando estemos fuera de la ciudad, puedo dejar que montes a este pequeño. Tendrá cuidado, estoy completamente segura.-Blind'Fire piafó-. Bien, si no tienes nada que hacer por aquí, podríamos salir de Haven un rato para conversar.
Diciendo esto, salté del caballo y le cogí de las riendas para guiarle. Me arreglé las ropas, que tenía algo arrugadas, y me acaricié el tatuaje de mi frente. Rasqué a Blind'Fire en la cabeza y me giré hacia Leann.
-Bueno, ¿qué me dices? ¿Quieres salir afuera o nos quedamos aquí?
No sé por qué, pero me gustaba esa kender.
Karasee- Mensajes : 11
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Raza: Humano
Re: Flautas y almas
La mujer de extrañas vestimentas sonrió agradablemente a Leann. No es que a la kender no le gustasen sus ropas, pero eran bastante sobrias. Todas de colores pardos…
-Mi nombre es Karasee, encantada. Puedes llamarme...-se acarició la barbilla pensativamente.- Bueno, Karasee. Nunca he tenido diminutivo. Bien, contestando a tus preguntas, te diré que he venido a Haven porque era lo que más cerca tenía, pequeña. Soy de las llanuras del este de Abanisinia, una bárbara.- la kender abrió mucho los ojos. ¡Nunca antes había conocido a una bárbara! Karasee se agachó para estrecharle su mano (algo que rara vez la gente hacía) y que resultó bastante difícil. Leann llegó a pensar que se caería del caballo, pero aguantó.- ¿Quieres venir a dar un paseo conmigo?
Leanndarna asintió enérgicamente con una sonrisa de una oreja puntiaguda a otra. Se atusó la trenza, asegurando las plumas de colores que la adornaban, ató bien sus saquillos y colgó mejor su jupak, preparándose para un entretenido paseo con tan amable compañía.
Pero fue interrumpida por la montura de la mujer, que comenzó a olisquearla. Cuando el caballo se separó de ella para mirar a Karasee, Leann se agarró las ropas, cogió su pelo e intentó olerse el aliento. ¿Olía mal?
-¡Ah, sí, lo siento! Leann, te presento a mi amigo, Blind'Fire. Blind'Fire, esta pequeña es Leann. Seguro que te caerá bien, es una kender. Alguna que otra persona me suele decir que soy un kender atrapado en el cuerpo de una bárbara. Tú decidirás si eso es cierto, pequeña amiguita.
Leann sonrió mucho.
-¡Encantada de conocerte, Blind’Fire! –y le tendió una mano.- Vaya, lo siento. Me temo que no posees un miembro capaz de estrechar el mío. Es igual. –dijo ella dándole golpecitos tranquilizadores al caballo para darle a entender que no estaba ofendida. Después, la kender miró a Karasee, sonriendo ante su comentario.-¡Pues tal vez sí lo eres! Yo, por ejemplo, creo que soy bastante kender, pero a veces uno nace como no desea. A mí me gusta ser como soy, pero confieso que preferiría haber nacido siendo un caballero de Solamnia. ¡Siempre librando batallas emocionantes! –Leann suspiró de envidia. Luego se le ocurrió algo.- ¡O mejor que eso! Creo que lo que yo hubiera querido de verdad sería nacer dragón, con esos magníficos dientes y garras y su capacidad para volar y escupir fuego…
-¿Te gustan los caballos, Leann? Si quieres, cuando estemos fuera de la ciudad, puedo dejar que montes a este pequeño. Tendrá cuidado, estoy completamente segura. Bien, si no tienes nada que hacer por aquí, podríamos salir de Haven un rato para conversar.-Dijo Karasee después. Leanndarna la contempló realmente sorprendida. Nunca antes había montado en caballo, cuanto menos en uno tan maravilloso y grande como Blind’Fire. Los kenders únicamente montaban ponis.
La kender observó cómo la bárbara saltaba ágilmente del caballo y agarraba sus riendas.
-Bueno, ¿qué me dices? ¿Quieres salir afuera o nos quedamos aquí?
-¿De veras harías eso? –la kender apenas había escuchado lo último.- Me refiero a dejarme montar en tu caballo. ¡Sería fantástico! –luego reparó en un problema y enrojeció.- Aunque no sé si podría montar bien. Yo soy muy pequeña, y él tiene un cuerpo tan grande… -después, Leann se dio cuenta de que no había respondido a su pregunta. Echó una ojeada apenada al trozo de plaza que se adivinaba al final de la calle, donde estaba el mercado, pero después miró a Karasee con gesto decidido.- Sí, voy contigo afuera. Me encanta el mercado de Haven, pero ya llevo toda esta semana visitándolo y ya me lo sé de memoria. ¡Hasta hice algunas compras! ¿Quieres verlas? –sin esperar respuesta, Leann hurgó en sus saquillos y empezó a sacar todo tipo de cosas.- ¡Anda! ¿De dónde ha salido esto? ¡Anoche no estaba! –se encogió de hombros.- Ya se lo devolveré a su dueño… Debe de estar muy preocupado. ¡Lo tiene bien merecido, por ser tan poco cuidadoso! –sacó otra cosa.- Mira, esto es del mercado… Ups, ahora que lo pienso, creo que me lo llevé sin pagar. Bueno, la próxima vez que vea a ese enano le daré su dinero.
Leanndarna continuó paseando al lado de la mujer, y tan contenta estaba, que sus diestros dedos se deslizaron discretamente hacia las bolsitas de Karasee.
-Mi nombre es Karasee, encantada. Puedes llamarme...-se acarició la barbilla pensativamente.- Bueno, Karasee. Nunca he tenido diminutivo. Bien, contestando a tus preguntas, te diré que he venido a Haven porque era lo que más cerca tenía, pequeña. Soy de las llanuras del este de Abanisinia, una bárbara.- la kender abrió mucho los ojos. ¡Nunca antes había conocido a una bárbara! Karasee se agachó para estrecharle su mano (algo que rara vez la gente hacía) y que resultó bastante difícil. Leann llegó a pensar que se caería del caballo, pero aguantó.- ¿Quieres venir a dar un paseo conmigo?
Leanndarna asintió enérgicamente con una sonrisa de una oreja puntiaguda a otra. Se atusó la trenza, asegurando las plumas de colores que la adornaban, ató bien sus saquillos y colgó mejor su jupak, preparándose para un entretenido paseo con tan amable compañía.
Pero fue interrumpida por la montura de la mujer, que comenzó a olisquearla. Cuando el caballo se separó de ella para mirar a Karasee, Leann se agarró las ropas, cogió su pelo e intentó olerse el aliento. ¿Olía mal?
-¡Ah, sí, lo siento! Leann, te presento a mi amigo, Blind'Fire. Blind'Fire, esta pequeña es Leann. Seguro que te caerá bien, es una kender. Alguna que otra persona me suele decir que soy un kender atrapado en el cuerpo de una bárbara. Tú decidirás si eso es cierto, pequeña amiguita.
Leann sonrió mucho.
-¡Encantada de conocerte, Blind’Fire! –y le tendió una mano.- Vaya, lo siento. Me temo que no posees un miembro capaz de estrechar el mío. Es igual. –dijo ella dándole golpecitos tranquilizadores al caballo para darle a entender que no estaba ofendida. Después, la kender miró a Karasee, sonriendo ante su comentario.-¡Pues tal vez sí lo eres! Yo, por ejemplo, creo que soy bastante kender, pero a veces uno nace como no desea. A mí me gusta ser como soy, pero confieso que preferiría haber nacido siendo un caballero de Solamnia. ¡Siempre librando batallas emocionantes! –Leann suspiró de envidia. Luego se le ocurrió algo.- ¡O mejor que eso! Creo que lo que yo hubiera querido de verdad sería nacer dragón, con esos magníficos dientes y garras y su capacidad para volar y escupir fuego…
-¿Te gustan los caballos, Leann? Si quieres, cuando estemos fuera de la ciudad, puedo dejar que montes a este pequeño. Tendrá cuidado, estoy completamente segura. Bien, si no tienes nada que hacer por aquí, podríamos salir de Haven un rato para conversar.-Dijo Karasee después. Leanndarna la contempló realmente sorprendida. Nunca antes había montado en caballo, cuanto menos en uno tan maravilloso y grande como Blind’Fire. Los kenders únicamente montaban ponis.
La kender observó cómo la bárbara saltaba ágilmente del caballo y agarraba sus riendas.
-Bueno, ¿qué me dices? ¿Quieres salir afuera o nos quedamos aquí?
-¿De veras harías eso? –la kender apenas había escuchado lo último.- Me refiero a dejarme montar en tu caballo. ¡Sería fantástico! –luego reparó en un problema y enrojeció.- Aunque no sé si podría montar bien. Yo soy muy pequeña, y él tiene un cuerpo tan grande… -después, Leann se dio cuenta de que no había respondido a su pregunta. Echó una ojeada apenada al trozo de plaza que se adivinaba al final de la calle, donde estaba el mercado, pero después miró a Karasee con gesto decidido.- Sí, voy contigo afuera. Me encanta el mercado de Haven, pero ya llevo toda esta semana visitándolo y ya me lo sé de memoria. ¡Hasta hice algunas compras! ¿Quieres verlas? –sin esperar respuesta, Leann hurgó en sus saquillos y empezó a sacar todo tipo de cosas.- ¡Anda! ¿De dónde ha salido esto? ¡Anoche no estaba! –se encogió de hombros.- Ya se lo devolveré a su dueño… Debe de estar muy preocupado. ¡Lo tiene bien merecido, por ser tan poco cuidadoso! –sacó otra cosa.- Mira, esto es del mercado… Ups, ahora que lo pienso, creo que me lo llevé sin pagar. Bueno, la próxima vez que vea a ese enano le daré su dinero.
Leanndarna continuó paseando al lado de la mujer, y tan contenta estaba, que sus diestros dedos se deslizaron discretamente hacia las bolsitas de Karasee.
Última edición por Leanndarna Freebones el Miér Sep 08, 2010 12:41 pm, editado 1 vez
Leanndarna Freebones- Mensajes : 27
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Re: Flautas y almas
Asentía a cada cosa que la kender me mostraba y sonreía cada vez que daba una explicación de por qué no había pagado tal o cual. Pasé mi mano por el belfo de Blind'Fire, pero éste acercó su cabeza hacia mi bolsa.
-Blind'Fire, no es hora de comer. Saca tu cabeza de la bolsa o te quedarás sin comida.
Blind'Fire sacó la mano de la kender.
-¡Leann! En lugar de curiosear por ti misma, podrías haberme preguntado que qué tenía en la bolsa. No soy reacia a compartir lo que tengo. Te lo mostraré a las afueras de Haven, ya que está bastante llena a pesar de ser tan pequeña-le guiñé un ojo-. Es una bolsa mágica.
Noté el brillo en los ojos de Leann y sonreí abiertamente.
-No sé lanzar ningún hechizo, no soy maga. Lo digo por si lo piensas. Ya ves las vestimentas que llevo. Pero mi tribu me enseñó a interpretar las señales del fuego. Puedo saber, si el fuego está de acuerdo en mostrármelo, qué es lo que va a pasar en un futuro cercano. Es bastante interesante.
Habíamos salido ya de Haven. Nos paramos en un claro y di unos golpecitos a Blind'Fire en la frente.
-Bueno, cuando quieras, te ayudo a montar.
Leann tenía la mirada puesta en Blind'Fire, anonadada. Seguramente que no llegase a los estribos, pero no importaba. La ayudé a sentarse en la silla.
-Bien, clava los talones en los ijares de Blind'Fire y agárrate bien fuerte a las riendas. Y tú, amigo, ten cuidado. ¡No me estás llevando a mí, sino a una kender! Así que avanza despacio, pequeño. No me gustaría que Leann se cayera y se hiciese daño.
Cuando Blind'Fire hizo amago de asentir con la cabeza, sonreí satisfecha y me alejé un poco para ver cómo manejaba la kender al caballo. No me senté, por si acaso necesitaba mi ayuda. Saqué la flauta y me puse a tocar. Oí los gorjeos de los pájaros. Eran los mismos que antes y al parecer se alegraban de verme. Finalicé mi melodía, algo complicada pero sumamente hermosa, y me acerqué al lugar donde Blind'Fire estaba trotando.
-Pequeña, cuando quieras puedes decirle a Blind'Fire que galope. Ya te conoce y acatará tu deseo. ¡Pero no le digas que corra todo lo que pueda, porque sin duda te caerás!
-Blind'Fire, no es hora de comer. Saca tu cabeza de la bolsa o te quedarás sin comida.
Blind'Fire sacó la mano de la kender.
-¡Leann! En lugar de curiosear por ti misma, podrías haberme preguntado que qué tenía en la bolsa. No soy reacia a compartir lo que tengo. Te lo mostraré a las afueras de Haven, ya que está bastante llena a pesar de ser tan pequeña-le guiñé un ojo-. Es una bolsa mágica.
Noté el brillo en los ojos de Leann y sonreí abiertamente.
-No sé lanzar ningún hechizo, no soy maga. Lo digo por si lo piensas. Ya ves las vestimentas que llevo. Pero mi tribu me enseñó a interpretar las señales del fuego. Puedo saber, si el fuego está de acuerdo en mostrármelo, qué es lo que va a pasar en un futuro cercano. Es bastante interesante.
Habíamos salido ya de Haven. Nos paramos en un claro y di unos golpecitos a Blind'Fire en la frente.
-Bueno, cuando quieras, te ayudo a montar.
Leann tenía la mirada puesta en Blind'Fire, anonadada. Seguramente que no llegase a los estribos, pero no importaba. La ayudé a sentarse en la silla.
-Bien, clava los talones en los ijares de Blind'Fire y agárrate bien fuerte a las riendas. Y tú, amigo, ten cuidado. ¡No me estás llevando a mí, sino a una kender! Así que avanza despacio, pequeño. No me gustaría que Leann se cayera y se hiciese daño.
Cuando Blind'Fire hizo amago de asentir con la cabeza, sonreí satisfecha y me alejé un poco para ver cómo manejaba la kender al caballo. No me senté, por si acaso necesitaba mi ayuda. Saqué la flauta y me puse a tocar. Oí los gorjeos de los pájaros. Eran los mismos que antes y al parecer se alegraban de verme. Finalicé mi melodía, algo complicada pero sumamente hermosa, y me acerqué al lugar donde Blind'Fire estaba trotando.
-Pequeña, cuando quieras puedes decirle a Blind'Fire que galope. Ya te conoce y acatará tu deseo. ¡Pero no le digas que corra todo lo que pueda, porque sin duda te caerás!
Karasee- Mensajes : 11
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Re: Flautas y almas
Leann soltó un gritito –de sorpresa, evidentemente- cuando el hocico de Blind’Fire agarró su mano y la sacó de la bolsa de Karasee. La kender le echó una mirada al caballo totalmente acusadora, como llamándole “¡Traidor!”. El caballo sacudió su testa orgullosamente en respuesta.
-¡Leann! En lugar de curiosear por ti misma, podrías haberme preguntado que qué tenía en la bolsa. No soy reacia a compartir lo que tengo. Te lo mostraré a las afueras de Haven, ya que está bastante llena a pesar de ser tan pequeña. Es una bolsa mágica. –terminó guiñándola un ojo.
Leanndarna se olvidó por completo del equino chivón y abrió los ojos desmesuradamente. ¡Karasee era hechicera! Abrió la boca para coger mucho aire y disponerse a hablar… pero la mujer la interrumpió.
-No sé lanzar ningún hechizo, no soy maga. Lo digo por si lo piensas. –Leann suspiró desilusionadamente.- Ya ves las vestimentas que llevo. Pero mi tribu me enseñó a interpretar las señales del fuego. Puedo saber, si el fuego está de acuerdo en mostrármelo, qué es lo que va a pasar en un futuro cercano. Es bastante interesante.
Su rostro se volvió a iluminar.
-¿Podrías averiguar mi futuro? ¡A lo mejor un malvado y poderoso hechicero me lanzará una maldición! ¡O quizás libre una heroica batalla contra un dragón de nueve cabezas! –Leann comenzó a excitarse y, por lo tanto, a hablar más rápida y atropelladamente, cada vez chillando más y más.- ¡Tal vez conozca a un Rey Silvanesti que me invite a su reino y me ofrezca volar a lomos de un grifo!
Leanndarna siguió parloteando bastantes minutos más sobre posibles cosas que podrían sucederla, cada una más extraña que la anterior, hasta que finalmente salieron de Haven y se detuvieron en un claro.
Karasee ofreció a la kender ayudarla a montar sobre el magnífico caballo. La kender contemplaba a su montura estupefacta, mientras en su mente divisaba la imagen de ella a lomos del increíble Blind’Fire, derrotando criaturas malvadas y conquistando Ansalon entero. Se interrumpió y fue obligada a regresar a Haven cuando la mujer la alzó en volandas y la sentó sobre la silla del equino.
-Bien, clava los talones en los ijares de Blind'Fire y agárrate bien fuerte a las riendas. Y tú, amigo, ten cuidado. ¡No me estás llevando a mí, sino a una kender! Así que avanza despacio, pequeño. No me gustaría que Leann se cayera y se hiciese daño.
-¡No importa! –la tranquilizó la kender.- ¡Sería sumamente interesante caer al suelo desde un caballo tan grande y alto! –Blind’Fire relinchó, tal vez halagado por el cumplido de Leanndarna.
Fue entonces cuando el caballo de Karasee comenzó a trotar alegremente. Leann sujetaba las riendas y se sentía tan poderosa como un Caballero Solámnico. Sentía que era capaz de conseguir que elfos, humanos, enanos y los mismísimos minotauros se arrodillasen ante ella. Por supuesto, no hizo el más mínimo caso a lo último que dijo su amiga bárbara, así que, absolutamente excitada, gritó al caballo:
-¡Corre, Blind’Fire, corre! ¡Más rápido, más, más! ¿Eso es todo lo que puedes hacer?
Blind’Fire, herido en su orgullo, comenzó a galopar de verdad. El viento azotó el rostro de la kender y casi la tira al suelo, pero ella consiguió agarrarse a las riendas. La sensación de velocidad era absolutamente estimulante, jamás había sentido la kender algo así. Olvidándose de sujetar las riendas, Leann extendió ambos brazos y gritó:
-¡¡Vuelo!!
Y, efectivamente, la kender voló. Salió disparada de la silla del caballo y fue a caer al suelo.
-¡Leann! En lugar de curiosear por ti misma, podrías haberme preguntado que qué tenía en la bolsa. No soy reacia a compartir lo que tengo. Te lo mostraré a las afueras de Haven, ya que está bastante llena a pesar de ser tan pequeña. Es una bolsa mágica. –terminó guiñándola un ojo.
Leanndarna se olvidó por completo del equino chivón y abrió los ojos desmesuradamente. ¡Karasee era hechicera! Abrió la boca para coger mucho aire y disponerse a hablar… pero la mujer la interrumpió.
-No sé lanzar ningún hechizo, no soy maga. Lo digo por si lo piensas. –Leann suspiró desilusionadamente.- Ya ves las vestimentas que llevo. Pero mi tribu me enseñó a interpretar las señales del fuego. Puedo saber, si el fuego está de acuerdo en mostrármelo, qué es lo que va a pasar en un futuro cercano. Es bastante interesante.
Su rostro se volvió a iluminar.
-¿Podrías averiguar mi futuro? ¡A lo mejor un malvado y poderoso hechicero me lanzará una maldición! ¡O quizás libre una heroica batalla contra un dragón de nueve cabezas! –Leann comenzó a excitarse y, por lo tanto, a hablar más rápida y atropelladamente, cada vez chillando más y más.- ¡Tal vez conozca a un Rey Silvanesti que me invite a su reino y me ofrezca volar a lomos de un grifo!
Leanndarna siguió parloteando bastantes minutos más sobre posibles cosas que podrían sucederla, cada una más extraña que la anterior, hasta que finalmente salieron de Haven y se detuvieron en un claro.
Karasee ofreció a la kender ayudarla a montar sobre el magnífico caballo. La kender contemplaba a su montura estupefacta, mientras en su mente divisaba la imagen de ella a lomos del increíble Blind’Fire, derrotando criaturas malvadas y conquistando Ansalon entero. Se interrumpió y fue obligada a regresar a Haven cuando la mujer la alzó en volandas y la sentó sobre la silla del equino.
-Bien, clava los talones en los ijares de Blind'Fire y agárrate bien fuerte a las riendas. Y tú, amigo, ten cuidado. ¡No me estás llevando a mí, sino a una kender! Así que avanza despacio, pequeño. No me gustaría que Leann se cayera y se hiciese daño.
-¡No importa! –la tranquilizó la kender.- ¡Sería sumamente interesante caer al suelo desde un caballo tan grande y alto! –Blind’Fire relinchó, tal vez halagado por el cumplido de Leanndarna.
Fue entonces cuando el caballo de Karasee comenzó a trotar alegremente. Leann sujetaba las riendas y se sentía tan poderosa como un Caballero Solámnico. Sentía que era capaz de conseguir que elfos, humanos, enanos y los mismísimos minotauros se arrodillasen ante ella. Por supuesto, no hizo el más mínimo caso a lo último que dijo su amiga bárbara, así que, absolutamente excitada, gritó al caballo:
-¡Corre, Blind’Fire, corre! ¡Más rápido, más, más! ¿Eso es todo lo que puedes hacer?
Blind’Fire, herido en su orgullo, comenzó a galopar de verdad. El viento azotó el rostro de la kender y casi la tira al suelo, pero ella consiguió agarrarse a las riendas. La sensación de velocidad era absolutamente estimulante, jamás había sentido la kender algo así. Olvidándose de sujetar las riendas, Leann extendió ambos brazos y gritó:
-¡¡Vuelo!!
Y, efectivamente, la kender voló. Salió disparada de la silla del caballo y fue a caer al suelo.
Leanndarna Freebones- Mensajes : 27
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Re: Flautas y almas
Mi último comentario, al parecer, fue oido solo por el viento. Leann instó a Blind'Fire a que corriese más y éste, orgulloso como era, demostró todo lo que podía hacer. Bueno, casi todo. A pesar de lo rápido que iba, yo sabía que mi caballo podría ser aún más veloz. Abrí mucho los ojos cuando la kender separó los brazos y gritó:
-¡¡Vuelo!!
Sí, voló, voló mucho y muy lejos. Al verse sin jinete, Blind'Fire paró en seco y estuvo a punto de caerse de morros sobre la hierba, tropezándose con sus patas delanteras. Bufó y volvió a erguirse de forma altanera. Ambos fuimos hacia la kender, que a pesar de la caída, tenía un brillo en los ojos comparable a un lucero.
-Bien, parece que no te has hecho daño. ¡Menos mal, no me gustaría nada!
Sacudiéndose las ropas, Leann se levantó.
-Será mejor que Blind'Fire descanse, pequeña. Ha estado a punto de caerse y tampoco es que esté acostumbrado a correr tanto. Últimamente se ha vuelto un poco vago.
Blind'Fire me miró, ofendido. Palmeé su grupa y me senté en el suelo, junto a la kender.
-Tal y como te prometí, ahora te enseñaré lo que llevo en la bolsa. Luego, puedo mostrarte lo que quieras en el fuego.
Me desprendí de la bolsa y la posé a mi lado. Empecé a sacar objetos. Tres camisas parecidas a las que llevaba, un par de pantalones oscuros, guantes...Después de la ropa, saqué algo de comida envuelta en hojas y en pieles. Le di un trocito de carne a Blind'Fire y seguí sacando cosas.
-Mira, esto es un atrapasueños. Sirve para ahuyentar las pesadillas. En mi tribu lo utilizamos siempre y la verdad es que funciona. Y esto de aquí es un talismán. Perteneció a la abuela de mi abuela. Atrae la...¿cómo lo llaman? ¡Ah, sí! La energía positiva...o algo así era. Bueno, dicen que trae suerte, para que lo entiendas mejor ya que ni yo misma sé muy bien cómo funciona. Bien, sigamos...
Estuve un buen rato sacando objetos de la bolsa y explicando para qué servían tal o cual talismanes o las propiedades de algunas hierbas que llevaba conmigo. Volví a guardarlo todo, con infinita paciencia, y me giré hacia Leann.
-Bueno, ahora si quieres, podemos encender un fuego.
Esperé impaciente la respuesta de la kender. Pero, antes de que ella me contestase, Blind'Fire me escupió el pedacito de carne a la cabeza y me miró diciendo: ''¡Dame comida decente, no esa porquería!''. Me reí, aparté el trocito de carne y saqué una zanahoria de la bolsa. Mi amigo se la comió, satisfecho. Entonces me volví a girar hacia la kender.
-¡¡Vuelo!!
Sí, voló, voló mucho y muy lejos. Al verse sin jinete, Blind'Fire paró en seco y estuvo a punto de caerse de morros sobre la hierba, tropezándose con sus patas delanteras. Bufó y volvió a erguirse de forma altanera. Ambos fuimos hacia la kender, que a pesar de la caída, tenía un brillo en los ojos comparable a un lucero.
-Bien, parece que no te has hecho daño. ¡Menos mal, no me gustaría nada!
Sacudiéndose las ropas, Leann se levantó.
-Será mejor que Blind'Fire descanse, pequeña. Ha estado a punto de caerse y tampoco es que esté acostumbrado a correr tanto. Últimamente se ha vuelto un poco vago.
Blind'Fire me miró, ofendido. Palmeé su grupa y me senté en el suelo, junto a la kender.
-Tal y como te prometí, ahora te enseñaré lo que llevo en la bolsa. Luego, puedo mostrarte lo que quieras en el fuego.
Me desprendí de la bolsa y la posé a mi lado. Empecé a sacar objetos. Tres camisas parecidas a las que llevaba, un par de pantalones oscuros, guantes...Después de la ropa, saqué algo de comida envuelta en hojas y en pieles. Le di un trocito de carne a Blind'Fire y seguí sacando cosas.
-Mira, esto es un atrapasueños. Sirve para ahuyentar las pesadillas. En mi tribu lo utilizamos siempre y la verdad es que funciona. Y esto de aquí es un talismán. Perteneció a la abuela de mi abuela. Atrae la...¿cómo lo llaman? ¡Ah, sí! La energía positiva...o algo así era. Bueno, dicen que trae suerte, para que lo entiendas mejor ya que ni yo misma sé muy bien cómo funciona. Bien, sigamos...
Estuve un buen rato sacando objetos de la bolsa y explicando para qué servían tal o cual talismanes o las propiedades de algunas hierbas que llevaba conmigo. Volví a guardarlo todo, con infinita paciencia, y me giré hacia Leann.
-Bueno, ahora si quieres, podemos encender un fuego.
Esperé impaciente la respuesta de la kender. Pero, antes de que ella me contestase, Blind'Fire me escupió el pedacito de carne a la cabeza y me miró diciendo: ''¡Dame comida decente, no esa porquería!''. Me reí, aparté el trocito de carne y saqué una zanahoria de la bolsa. Mi amigo se la comió, satisfecho. Entonces me volví a girar hacia la kender.
Karasee- Mensajes : 11
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Re: Flautas y almas
Leanndarna salió disparada del caballo. Tal y como dijo, voló, voló y voló. Con los ojos abiertos de par en par, la kender vio fragmentos de cielo azul con algunas nubes, ramas, hojas, y después, el suelo. Leann acabó estampada sobre el mismo con un sonoro ruido. Por suerte, pareció que no se rompió nada… Karasee y Blind’Fire se acercaron hasta ella.
-Bien, parece que no te has hecho daño. ¡Menos mal, no me gustaría nada! –dijo la mujer de las llanuras, halagando a Leann.
-¡Quiero repetir! –exclamó entusiasmada a la vez que se incorporaba y se sacudía la tierra y se apartaba las hojas que se habían enredado en su pelo. Preocupada, Leann se giró de espaldas hacia la mujer.- ¿Está bien mi trenza? ¿No se… ha… aplastado? –inquirió con un estremecimiento ante la idea.
A pesar de las ganas de la kender por volver a montar y volver a volar, Karasee dijo:
-Será mejor que Blind'Fire descanse, pequeña. Ha estado a punto de caerse y tampoco es que esté acostumbrado a correr tanto. Últimamente se ha vuelto un poco vago.
Leann miró compasivamente al caballo.
-Eso les pasa a algunos de nosotros. Generalmente a los más mayores, y que se pasan el día en las posadas de Kendermore bebiendo cerveza. –la kender miró suspicaz al equino y después a la bárbara.- ¿No habrá estado bebiendo cerveza últimamente, verdad?
Después, ambas mujeres se sentaron en el suelo. Leann se repantingó cómodamente, despatarrada.
-Tal y como te prometí, ahora te enseñaré lo que llevo en la bolsa. Luego, puedo mostrarte lo que quieras en el fuego. –Leann sonrió y sus ojos se iluminaron como antorchas.
La mujer se quitó la bolsa y la dejó junto a ella en el suelo, tras lo cual la abrió y comenzó a sacar cosas. No eran de mucho interés para Leann, ya que sólo eran ropa y comida, pero no apartó los ojos de ellas. Después, sacó algo nuevo y más interesante. Se lo dio a Leann, que lo cogió con manos ávidas de curiosidad. Tenía plumas y cuerdas, era extraño y la kender nunca había visto nada igual.
-Mira, esto es un atrapa sueños. Sirve para ahuyentar las pesadillas. En mi tribu lo utilizamos siempre y la verdad es que funciona. Y esto de aquí es un talismán. Perteneció a la abuela de mi abuela. Atrae la... ¿cómo lo llaman? ¡Ah, sí! La energía positiva...o algo así era. Bueno, dicen que trae suerte, para que lo entiendas mejor ya que ni yo misma sé muy bien cómo funciona. Bien, sigamos...
Leann asentía enérgicamente, entusiasmada, mientras Karasee iba sacando todo tipo de cosas y narrándole sus usos y propiedades. La mayoría volvían a la bolsa, otras eran agarradas por los indiscretos dedos de Leann, que las guardaban en sus saquillos. No obstante, la mujer siempre se daba cuenta, y las recuperaba hábilmente de nuevo. Cuando todo estuvo de nuevo en la bolsa y no en los saquillos de la kender, Karasee se giró hacia ella.
-Bueno, ahora si quieres, podemos encender un fuego.
La kender abrió la boca para responder con energía, pero no salieron palabras de su boca sino una carcajada al ver el comportamiento orgulloso del caballo.
-¡Sí, claro! ¡¡Hagámoslo ahora!! –exclamó Leann cuando se recuperó de su ataque de risa.
Karasee y ella no tardaron en recoger leña y hierbas secas y encender una hoguera.
-Bien, parece que no te has hecho daño. ¡Menos mal, no me gustaría nada! –dijo la mujer de las llanuras, halagando a Leann.
-¡Quiero repetir! –exclamó entusiasmada a la vez que se incorporaba y se sacudía la tierra y se apartaba las hojas que se habían enredado en su pelo. Preocupada, Leann se giró de espaldas hacia la mujer.- ¿Está bien mi trenza? ¿No se… ha… aplastado? –inquirió con un estremecimiento ante la idea.
A pesar de las ganas de la kender por volver a montar y volver a volar, Karasee dijo:
-Será mejor que Blind'Fire descanse, pequeña. Ha estado a punto de caerse y tampoco es que esté acostumbrado a correr tanto. Últimamente se ha vuelto un poco vago.
Leann miró compasivamente al caballo.
-Eso les pasa a algunos de nosotros. Generalmente a los más mayores, y que se pasan el día en las posadas de Kendermore bebiendo cerveza. –la kender miró suspicaz al equino y después a la bárbara.- ¿No habrá estado bebiendo cerveza últimamente, verdad?
Después, ambas mujeres se sentaron en el suelo. Leann se repantingó cómodamente, despatarrada.
-Tal y como te prometí, ahora te enseñaré lo que llevo en la bolsa. Luego, puedo mostrarte lo que quieras en el fuego. –Leann sonrió y sus ojos se iluminaron como antorchas.
La mujer se quitó la bolsa y la dejó junto a ella en el suelo, tras lo cual la abrió y comenzó a sacar cosas. No eran de mucho interés para Leann, ya que sólo eran ropa y comida, pero no apartó los ojos de ellas. Después, sacó algo nuevo y más interesante. Se lo dio a Leann, que lo cogió con manos ávidas de curiosidad. Tenía plumas y cuerdas, era extraño y la kender nunca había visto nada igual.
-Mira, esto es un atrapa sueños. Sirve para ahuyentar las pesadillas. En mi tribu lo utilizamos siempre y la verdad es que funciona. Y esto de aquí es un talismán. Perteneció a la abuela de mi abuela. Atrae la... ¿cómo lo llaman? ¡Ah, sí! La energía positiva...o algo así era. Bueno, dicen que trae suerte, para que lo entiendas mejor ya que ni yo misma sé muy bien cómo funciona. Bien, sigamos...
Leann asentía enérgicamente, entusiasmada, mientras Karasee iba sacando todo tipo de cosas y narrándole sus usos y propiedades. La mayoría volvían a la bolsa, otras eran agarradas por los indiscretos dedos de Leann, que las guardaban en sus saquillos. No obstante, la mujer siempre se daba cuenta, y las recuperaba hábilmente de nuevo. Cuando todo estuvo de nuevo en la bolsa y no en los saquillos de la kender, Karasee se giró hacia ella.
-Bueno, ahora si quieres, podemos encender un fuego.
La kender abrió la boca para responder con energía, pero no salieron palabras de su boca sino una carcajada al ver el comportamiento orgulloso del caballo.
-¡Sí, claro! ¡¡Hagámoslo ahora!! –exclamó Leann cuando se recuperó de su ataque de risa.
Karasee y ella no tardaron en recoger leña y hierbas secas y encender una hoguera.
Leanndarna Freebones- Mensajes : 27
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Re: Flautas y almas
A Leann le entró un ataque de risa cuando vio el comportamiento de mi caballo. La verdad es que Blind'Fire se parecía más a una persona que a un animal normal y corriente. Cuando dejó de reírse, se giró hacia mí y exclamó, con ojos brillantes:
-¡Sí, claro! ¡¡Hagámoslo ahora!!
Estuvimos poco tiempo recogiendo lo necesario para encender una pequeña fogata. Cuando todo estuvo listo, la encendí. Saqué de mi bolsa una bolsita de piel oscura, la abrí y derrame sobre el fuego un poco de polvillo negro brillante. Las llamas bailaron y se estabilizaron. El humo ascendió, haciendo intrincados dibujos. Después, descendió como por arte de magia y las llamas volvieron a bailar. Lo tomé como una señal, y acerqué mi rostro al fuego. Sentía el calor abrasador sobre mi piel, y al poco tiempo unas pequeñas gotas de sudor perlaban mi cara.
-Bien, Leann...A ver, a ver...Creo que quiere decir que harás un viaje muy pronto. No muy lejos, pero un viaje. ¡Anda, irás conmigo al parecer!-las llamas se tambalearon un instante y volvieron a posicionarse, así tres veces-. ¿Tres? Hm...Esto podría interpretarse como que en ese viaje te encontrarás con tres...tres personas.
La cara de Leann se iluminó. A lo mejor ella ya sabía con qué tres personas se iba a encontrar.
-Continuemos...¡Ah!
Me aparté rápidamente del fuego. Había saltado, furioso. Sabía de sobra lo que eso significaba. Suspiré, resignada.
-Vaya, no me deja contarte nada más. Habrá que apagarlo.
Entoné una melodía mientras sacaba otro saquillo de mi bolsa. Este contenía un polvo rojo que derramé sobré el fuego. Cerré la bolsita a conciencia y la volví a guardar. El fuego crepitó una vez más y, de pronto, se extinguió.
La cara de Leann era expectante.
-No sé explicarte muy bien qué eran esos polvillos. Los prepara mi abuela, pero no me dijo cómo. Así que, una vez que se me acaben...no sé que haré. Volveré a escondidas a pedirle más. Bueno, Leann, ¿qué te ha parecido? ¿Interesante, aburrido, feo, bonito o indiferente?
Aguardé la respuesta mientras acariciaba a mi equino, que estaba echado a mi lado. A él le gustaban esas cosas del fuego, las encontraba amenas y divertidas, o eso parecía. Él también miró a la kender, esperando la respuesta. O, simplemente, mirando de forma curiosa su indumentaria.
-¡Sí, claro! ¡¡Hagámoslo ahora!!
Estuvimos poco tiempo recogiendo lo necesario para encender una pequeña fogata. Cuando todo estuvo listo, la encendí. Saqué de mi bolsa una bolsita de piel oscura, la abrí y derrame sobre el fuego un poco de polvillo negro brillante. Las llamas bailaron y se estabilizaron. El humo ascendió, haciendo intrincados dibujos. Después, descendió como por arte de magia y las llamas volvieron a bailar. Lo tomé como una señal, y acerqué mi rostro al fuego. Sentía el calor abrasador sobre mi piel, y al poco tiempo unas pequeñas gotas de sudor perlaban mi cara.
-Bien, Leann...A ver, a ver...Creo que quiere decir que harás un viaje muy pronto. No muy lejos, pero un viaje. ¡Anda, irás conmigo al parecer!-las llamas se tambalearon un instante y volvieron a posicionarse, así tres veces-. ¿Tres? Hm...Esto podría interpretarse como que en ese viaje te encontrarás con tres...tres personas.
La cara de Leann se iluminó. A lo mejor ella ya sabía con qué tres personas se iba a encontrar.
-Continuemos...¡Ah!
Me aparté rápidamente del fuego. Había saltado, furioso. Sabía de sobra lo que eso significaba. Suspiré, resignada.
-Vaya, no me deja contarte nada más. Habrá que apagarlo.
Entoné una melodía mientras sacaba otro saquillo de mi bolsa. Este contenía un polvo rojo que derramé sobré el fuego. Cerré la bolsita a conciencia y la volví a guardar. El fuego crepitó una vez más y, de pronto, se extinguió.
La cara de Leann era expectante.
-No sé explicarte muy bien qué eran esos polvillos. Los prepara mi abuela, pero no me dijo cómo. Así que, una vez que se me acaben...no sé que haré. Volveré a escondidas a pedirle más. Bueno, Leann, ¿qué te ha parecido? ¿Interesante, aburrido, feo, bonito o indiferente?
Aguardé la respuesta mientras acariciaba a mi equino, que estaba echado a mi lado. A él le gustaban esas cosas del fuego, las encontraba amenas y divertidas, o eso parecía. Él también miró a la kender, esperando la respuesta. O, simplemente, mirando de forma curiosa su indumentaria.
Karasee- Mensajes : 11
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Re: Flautas y almas
Cuando se sentaron alrededor de su hoguera, Karasee sacó una pequeña bolsita. Leann la contempló con avidez, aunque luego se decepcionó al ver que dentro sólo contenía un fino polvillo. Entonces, la mujer echó el polvo sobre el fuego y las llamas se estabilizaron de repente. La kender contempló, fascinada, cómo el humo subía y bajaba y el fuego volvía a bailar. Era un espectáculo muy hermoso.
Tan abiertos tenía los ojos, y tan fijamente miraba las llamas que al minuto tuvo que parpadear y frotárselos. Luego volvió a la misma postura, y los ojos le lloraron. Pero no le importaba.
Karasee, con la mirada prendida en las llamas, comenzó a hablar.
-Bien, Leann...A ver, a ver...Creo que quiere decir que harás un viaje muy pronto.-Aquello no sorprendió a Leann, que siempre estaba viajando de acá para allá. Siguió escuchando atentamente.- No muy lejos, pero un viaje. ¡Anda, irás conmigo al parecer! –Leann sonrió complacida. Le había caído bien aquella mujer, y le alegraba ver que le acompañaría.- ¿Tres? Hm...Esto podría interpretarse como que en ese viaje te encontrarás con tres...tres personas.
Cuando dijo aquello, Leanndarna rememoró inmediatamente las tres mujeres que había conocido haría unos días en Kendermore. Sonrió aún más y sus ojos se iluminaron.
-¡Ya verás, Karasee, te caerán la mar de bien! Son algo complicadas de entender, pero son amigas mías y, por lo tanto, también lo serán tuyas.-dijo la kender, dando por hecho que se encontraría con las semielfas y la hechicera sin necesidad de una confirmación.
-Continuemos...¡Ah! –dijo la mujer de las llanuras, apartándose del fuego cuando este saltó. La kender no lo hizo, fascinada, con la consecuencia de que uno de los cordones de sus saquillos ardió en llamas. Con unas palmaditas, la kender consiguió apagarlo.- Vaya, no me deja contarte nada más. Habrá que apagarlo.
Leann, suspiró, condescendiente, y observó cómo la mujer sacaba un nuevo saquillo con polvos, esta vez, de color rojo, mientras cantaba.
-Tienes una hermosa voz, ¿sabes? –le dijo amablemente, sin quitar los ojos del nuevo saquillo para no perderse detalle. Los anteriores polvos, que había descartado tan pronto, habían resultado ser maravillosamente mágicos, y quería ver cuál era el poder de los nuevos. Karasee echó los polvos sobre el fuego y los guardó. Las llamas crepitaron y después, murieron. La boca de la kender se abrió de tal manera que dentro podría haber entrado un enjambre entero de avispas y no se habría enterado. Su nueva amiga se dio cuenta de la cara ávida y expectante de Leann.
-No sé explicarte muy bien qué eran esos polvillos. Los prepara mi abuela, pero no me dijo cómo. Así que, una vez que se me acaben...no sé qué haré. Volveré a escondidas a pedirle más. Bueno, Leann, ¿qué te ha parecido? ¿Interesante, aburrido, feo, bonito o indiferente?
-¡Ha sido increíble! –exclamó al instante, indignada de que la mujer hubiese podido pensar en la posibilidad de que fuese aburrido, feo o indiferente.- ¡Fantástico! Ojalá yo pudiese hacer algo igual. –hizo una pausa.- Lo que te ha revelado el fuego ha sido sumamente interesante, aunque debo reconocer que habría preferido que el futuro me deparase batallas contra quimeras, aventuras con minotauros y caballeros o volar a lomos de fieros dragones. Pero algo es algo, ¿no? Un kender jamás desprecia un viaje nuevo.
Después de hablar, la kender se puso en pie de un salto. El morado de sus calzas, el rojo de su camisola y el verde de su chaleco se fundieron en un espectáculo chillón.
-¡Vamos, Karasee! No hay tiempo que perder. ¡Una emocionante aventura nos espera! Hemos de partir cuanto antes y comenzar ese viaje y conocer a esas personas y vivir experiencias nuevas!
Tan abiertos tenía los ojos, y tan fijamente miraba las llamas que al minuto tuvo que parpadear y frotárselos. Luego volvió a la misma postura, y los ojos le lloraron. Pero no le importaba.
Karasee, con la mirada prendida en las llamas, comenzó a hablar.
-Bien, Leann...A ver, a ver...Creo que quiere decir que harás un viaje muy pronto.-Aquello no sorprendió a Leann, que siempre estaba viajando de acá para allá. Siguió escuchando atentamente.- No muy lejos, pero un viaje. ¡Anda, irás conmigo al parecer! –Leann sonrió complacida. Le había caído bien aquella mujer, y le alegraba ver que le acompañaría.- ¿Tres? Hm...Esto podría interpretarse como que en ese viaje te encontrarás con tres...tres personas.
Cuando dijo aquello, Leanndarna rememoró inmediatamente las tres mujeres que había conocido haría unos días en Kendermore. Sonrió aún más y sus ojos se iluminaron.
-¡Ya verás, Karasee, te caerán la mar de bien! Son algo complicadas de entender, pero son amigas mías y, por lo tanto, también lo serán tuyas.-dijo la kender, dando por hecho que se encontraría con las semielfas y la hechicera sin necesidad de una confirmación.
-Continuemos...¡Ah! –dijo la mujer de las llanuras, apartándose del fuego cuando este saltó. La kender no lo hizo, fascinada, con la consecuencia de que uno de los cordones de sus saquillos ardió en llamas. Con unas palmaditas, la kender consiguió apagarlo.- Vaya, no me deja contarte nada más. Habrá que apagarlo.
Leann, suspiró, condescendiente, y observó cómo la mujer sacaba un nuevo saquillo con polvos, esta vez, de color rojo, mientras cantaba.
-Tienes una hermosa voz, ¿sabes? –le dijo amablemente, sin quitar los ojos del nuevo saquillo para no perderse detalle. Los anteriores polvos, que había descartado tan pronto, habían resultado ser maravillosamente mágicos, y quería ver cuál era el poder de los nuevos. Karasee echó los polvos sobre el fuego y los guardó. Las llamas crepitaron y después, murieron. La boca de la kender se abrió de tal manera que dentro podría haber entrado un enjambre entero de avispas y no se habría enterado. Su nueva amiga se dio cuenta de la cara ávida y expectante de Leann.
-No sé explicarte muy bien qué eran esos polvillos. Los prepara mi abuela, pero no me dijo cómo. Así que, una vez que se me acaben...no sé qué haré. Volveré a escondidas a pedirle más. Bueno, Leann, ¿qué te ha parecido? ¿Interesante, aburrido, feo, bonito o indiferente?
-¡Ha sido increíble! –exclamó al instante, indignada de que la mujer hubiese podido pensar en la posibilidad de que fuese aburrido, feo o indiferente.- ¡Fantástico! Ojalá yo pudiese hacer algo igual. –hizo una pausa.- Lo que te ha revelado el fuego ha sido sumamente interesante, aunque debo reconocer que habría preferido que el futuro me deparase batallas contra quimeras, aventuras con minotauros y caballeros o volar a lomos de fieros dragones. Pero algo es algo, ¿no? Un kender jamás desprecia un viaje nuevo.
Después de hablar, la kender se puso en pie de un salto. El morado de sus calzas, el rojo de su camisola y el verde de su chaleco se fundieron en un espectáculo chillón.
-¡Vamos, Karasee! No hay tiempo que perder. ¡Una emocionante aventura nos espera! Hemos de partir cuanto antes y comenzar ese viaje y conocer a esas personas y vivir experiencias nuevas!
Leanndarna Freebones- Mensajes : 27
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Re: Flautas y almas
La kender estaba exultante. Al parecer, la visión había causado una grata impresión a la pequeña. Sonreí, contenta.
-¡Ha sido increíble! ¡Fantástico! Ojalá yo pudiese hacer algo igual. Lo que te ha revelado el fuego ha sido sumamente interesante, aunque debo reconocer que habría preferido que el futuro me deparase batallas contra quimeras, aventuras con minotauros y caballeros o volar a lomos de fieros dragones. Pero algo es algo, ¿no? Un kender jamás desprecia un viaje nuevo.
-¡Nadie debería de hacerlo, no! Un viaje siempre te enseña algo, sea una distancia grande o pequeña.
Leann se levantó rápidamente, mareándome con el colorido de sus ropajes. La imité y cogí las riendas de Blind'Fire. El viento anunciaba un nuevo viaje. Abrí mis pulmones para respirar aquel aire nuevo e interesante.
-¡Vamos, Karasee! No hay tiempo que perder. ¡Una emocionante aventura nos espera! Hemos de partir cuanto antes y comenzar ese viaje y conocer a esas personas y vivir experiencias nuevas!
Sonreí a la kender. ¡Sí, eso era! ¡Aventuras!
Monté de un salto a lomos de mi fiel montura y cogí a la kender, sentándola tras de mí.
-¡Agárrate, amiga mía!-grité con alegría.
Espoleé a Blind'Fire, clavé los talones en los ijares del caballo y nos lanzamos a la caza de aventuras. Reí, contenta. ¡Ese era mi destino!
-¡Ha sido increíble! ¡Fantástico! Ojalá yo pudiese hacer algo igual. Lo que te ha revelado el fuego ha sido sumamente interesante, aunque debo reconocer que habría preferido que el futuro me deparase batallas contra quimeras, aventuras con minotauros y caballeros o volar a lomos de fieros dragones. Pero algo es algo, ¿no? Un kender jamás desprecia un viaje nuevo.
-¡Nadie debería de hacerlo, no! Un viaje siempre te enseña algo, sea una distancia grande o pequeña.
Leann se levantó rápidamente, mareándome con el colorido de sus ropajes. La imité y cogí las riendas de Blind'Fire. El viento anunciaba un nuevo viaje. Abrí mis pulmones para respirar aquel aire nuevo e interesante.
-¡Vamos, Karasee! No hay tiempo que perder. ¡Una emocionante aventura nos espera! Hemos de partir cuanto antes y comenzar ese viaje y conocer a esas personas y vivir experiencias nuevas!
Sonreí a la kender. ¡Sí, eso era! ¡Aventuras!
Monté de un salto a lomos de mi fiel montura y cogí a la kender, sentándola tras de mí.
-¡Agárrate, amiga mía!-grité con alegría.
Espoleé a Blind'Fire, clavé los talones en los ijares del caballo y nos lanzamos a la caza de aventuras. Reí, contenta. ¡Ese era mi destino!
Karasee- Mensajes : 11
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