Perorata en las afueras de Qualinost
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Perorata en las afueras de Qualinost
La pequeña kender llevaba varios días caminando desde Solace. Estaba cansada y le dolían los pies, pero eso no empequeñecía su habitual buen ánimo. Había visitado la famosa posada El Último Hogar, y no le había decepcionado. Aunque le desilusionó no encontrarse en persona con ninguno de los Héroes, el posadero contó mil historias maravillosas sobre ellos, a pesar de que al principio no pareció gustarle la idea de que un kender pisase su local.
La kender se llevó a la boca una cantimplora rellena de brandy de Otik –lo pagaría la próxima vez que visitase la posada, por supuesto- mientras tarareaba una canción kender y se atusaba la trenza con la mano que tenía libre.
Leanndarna había pretendido visitar Qualinesti, había oído maravillas sobre el reino de los elfos. Así que, guiándose por leyendas, rumores, y mapas, se había internado en los bosques aledaños a la región de los elfos. Era evidente que los elfos no le permitieron entrar. Ninguna criatura podía encontrar Qualinost a menos que los elfos quisieran, ya que sólo ellos sabían guiarse correctamente en aquel laberinto de árboles. Cuando Leann creía estar cerca de la capital, una flecha pasó rozando su trenza y fue a clavarse en un tronco que había cerca suyo. Leanndarna, curiosa –por supuesto, en absoluto asustada- miró hacia el lugar del que provenía la flecha. No obstante, no vio nada. Los elfos saben esconderse en sus bosques, incluso de la aguda vista de los kenders. Una voz musical y delicada, pese a ser la de un hombre, le habló.
-Aléjate de aquí, kender. No tienes permiso para acceder a nuestro reino. Si sigues en tu empeño, la próxima flecha se clavará en tu pecho.
La kender estaba impresionada. Evidentemente, no por el juramento del elfo, sino porque aún no le había encontrado. Se llevó con preocupación la mano a la cabeza, asegurándose de que su querida trenza seguía allí. Parecía que así era. La amenaza del elfo había entrado por una de sus puntiagudas orejas y había salido por la opuesta, y ella buscó al elfo por los alrededores, para preguntarle el camino a la capital élfica, pero no consiguió dar con él. No obstante, estaba convencida de que él seguía allí, observándola.
-Sin duda este es un bosque precioso. –dijo en voz alta, esperando que aquel elfo que jugaba al escondite la oyese y que el cumplido hiciese mella en él, haciendo que se sintiese complacido y finalmente accediera a mostrarse ante ella y conducirla a su ciudad.- Me gustaría ver Qualinost, debe de ser aún más hermosa que este magnífico bosque. –esperó a ver si el elfo salía, con una sonrisa de oreja a oreja, pero no fue así. La kender se encogió de hombros y siguió su camino.
No obstante, era evidente que se había perdido. Continuó caminando, y no encontró nada. Cuando dio los suficientes pasos que habrían sido necesarios para atravesar unas tres veces la ciudad elfa, se paró y se rascó la barbilla, pensativa.
Fue entonces cuando oyó el ruido de unas pisadas algo más allá. A lo mejor era el elfo, que se había arrepentido de ser tan duro con la kender y venía a disculparse y llevarla hasta Qualinost. Con esta idea, Leann siguió el sonido de los pasos.
No encontró un elfo; sino un gnomo.
Leanndarna apenas había visto en su corta vida algún gnomo. Estas criaturas apenas salían de su isla, y cuando lo hacían era únicamente para completar su Misión en la Vida, por lo que no solían preocuparse de hacer amigos, jugar a la pelota goblin, viajar por Krynn, contar chistes y demás atracciones divertidas para los kenders.
La kender pensó que el gnomo tal vez venía de Qualinost, así que echó a brincar rápidamente hacia él.
-¡Hola! –dijo, apareciéndose de repente delante del gnomo, prácticamente impidiéndole el paso, algo de lo que la kender no era consciente que estaba haciendo.- ¿Vienes de Qualinost? Llevo bastante tiempo buscando la capital elfa, pero me temo que debo de haberme perdido. Es extraño, ¡nunca antes me había perdido! Curioso, ¿verdad? Generalmente me oriento bastante bien yo sola. Tal vez debería haber seguido el consejo de Tío Saltatrampas y haber traído conmigo más mapas… -la kender cayó de repente en la cuenta de algo, y se golpeó con fuerza en la frente. Tanto, que se hizo daño y se llevó la mano a la boca para chuparse los dedos.- ¡Qué descortés soy! No me he presentado, lo siento. Soy Leanndarna Freebones, -le tendió su pequeña mano.- seguramente hayas oído hablar de mi familia, pero puedes llamarme Leann, como hacen los amigos y la mayoría de los no-kenders. Según tengo entendido, a los que no son kenders , como yo, -aclaró.- les es bastante difícil pronunciar mi nombre. ¡Con lo fácil que es! Mira, escucha: L-e-a-n-n-d-a-r-n-a F-r-e-e-b-o-n-e-s –deletreó. Luego se fijó en el gnomo, y reconoció su vestimenta. Aquello la dejó impresionadísima.- ¡¡Eres mago!! –chilló.- ¡Nunca antes había conocido durante tanto tiempo a un mago! Lástima que no seas un Túnica Negra y puedas hacer alguna cosa horrible, como conjurar un gigante demoníaco del Abismo o algo así… supongo que tendré que conformarme con otra cosa. ¿Puedes lanzarme un hechizo? ¡Jamás me han hecho un encantamiento! –exclamó la kender, y se paró para coger una buena bocanada de aire, dándole al gnomo, por fin, una oportunidad para hablar.
La kender se llevó a la boca una cantimplora rellena de brandy de Otik –lo pagaría la próxima vez que visitase la posada, por supuesto- mientras tarareaba una canción kender y se atusaba la trenza con la mano que tenía libre.
Leanndarna había pretendido visitar Qualinesti, había oído maravillas sobre el reino de los elfos. Así que, guiándose por leyendas, rumores, y mapas, se había internado en los bosques aledaños a la región de los elfos. Era evidente que los elfos no le permitieron entrar. Ninguna criatura podía encontrar Qualinost a menos que los elfos quisieran, ya que sólo ellos sabían guiarse correctamente en aquel laberinto de árboles. Cuando Leann creía estar cerca de la capital, una flecha pasó rozando su trenza y fue a clavarse en un tronco que había cerca suyo. Leanndarna, curiosa –por supuesto, en absoluto asustada- miró hacia el lugar del que provenía la flecha. No obstante, no vio nada. Los elfos saben esconderse en sus bosques, incluso de la aguda vista de los kenders. Una voz musical y delicada, pese a ser la de un hombre, le habló.
-Aléjate de aquí, kender. No tienes permiso para acceder a nuestro reino. Si sigues en tu empeño, la próxima flecha se clavará en tu pecho.
La kender estaba impresionada. Evidentemente, no por el juramento del elfo, sino porque aún no le había encontrado. Se llevó con preocupación la mano a la cabeza, asegurándose de que su querida trenza seguía allí. Parecía que así era. La amenaza del elfo había entrado por una de sus puntiagudas orejas y había salido por la opuesta, y ella buscó al elfo por los alrededores, para preguntarle el camino a la capital élfica, pero no consiguió dar con él. No obstante, estaba convencida de que él seguía allí, observándola.
-Sin duda este es un bosque precioso. –dijo en voz alta, esperando que aquel elfo que jugaba al escondite la oyese y que el cumplido hiciese mella en él, haciendo que se sintiese complacido y finalmente accediera a mostrarse ante ella y conducirla a su ciudad.- Me gustaría ver Qualinost, debe de ser aún más hermosa que este magnífico bosque. –esperó a ver si el elfo salía, con una sonrisa de oreja a oreja, pero no fue así. La kender se encogió de hombros y siguió su camino.
No obstante, era evidente que se había perdido. Continuó caminando, y no encontró nada. Cuando dio los suficientes pasos que habrían sido necesarios para atravesar unas tres veces la ciudad elfa, se paró y se rascó la barbilla, pensativa.
Fue entonces cuando oyó el ruido de unas pisadas algo más allá. A lo mejor era el elfo, que se había arrepentido de ser tan duro con la kender y venía a disculparse y llevarla hasta Qualinost. Con esta idea, Leann siguió el sonido de los pasos.
No encontró un elfo; sino un gnomo.
Leanndarna apenas había visto en su corta vida algún gnomo. Estas criaturas apenas salían de su isla, y cuando lo hacían era únicamente para completar su Misión en la Vida, por lo que no solían preocuparse de hacer amigos, jugar a la pelota goblin, viajar por Krynn, contar chistes y demás atracciones divertidas para los kenders.
La kender pensó que el gnomo tal vez venía de Qualinost, así que echó a brincar rápidamente hacia él.
-¡Hola! –dijo, apareciéndose de repente delante del gnomo, prácticamente impidiéndole el paso, algo de lo que la kender no era consciente que estaba haciendo.- ¿Vienes de Qualinost? Llevo bastante tiempo buscando la capital elfa, pero me temo que debo de haberme perdido. Es extraño, ¡nunca antes me había perdido! Curioso, ¿verdad? Generalmente me oriento bastante bien yo sola. Tal vez debería haber seguido el consejo de Tío Saltatrampas y haber traído conmigo más mapas… -la kender cayó de repente en la cuenta de algo, y se golpeó con fuerza en la frente. Tanto, que se hizo daño y se llevó la mano a la boca para chuparse los dedos.- ¡Qué descortés soy! No me he presentado, lo siento. Soy Leanndarna Freebones, -le tendió su pequeña mano.- seguramente hayas oído hablar de mi familia, pero puedes llamarme Leann, como hacen los amigos y la mayoría de los no-kenders. Según tengo entendido, a los que no son kenders , como yo, -aclaró.- les es bastante difícil pronunciar mi nombre. ¡Con lo fácil que es! Mira, escucha: L-e-a-n-n-d-a-r-n-a F-r-e-e-b-o-n-e-s –deletreó. Luego se fijó en el gnomo, y reconoció su vestimenta. Aquello la dejó impresionadísima.- ¡¡Eres mago!! –chilló.- ¡Nunca antes había conocido durante tanto tiempo a un mago! Lástima que no seas un Túnica Negra y puedas hacer alguna cosa horrible, como conjurar un gigante demoníaco del Abismo o algo así… supongo que tendré que conformarme con otra cosa. ¿Puedes lanzarme un hechizo? ¡Jamás me han hecho un encantamiento! –exclamó la kender, y se paró para coger una buena bocanada de aire, dándole al gnomo, por fin, una oportunidad para hablar.
Leanndarna Freebones- Mensajes : 27
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Re: Perorata en las afueras de Qualinost
Caminaba feliz como un sauce bañado bajo una lluvia fría y refrescante, bueno casi corría de la felicidad que tenía en el cuerpo. Linniana iba danzando alrededor de mi, yo sonreia más que cualquier persona o ser vivo que hubieran visto alguna vez, era más feliz que un kender, o al menos eso pensaba. Tenía previsto ir a Qualinost a visitar a mi viejo amigo Rinthas, un elfo viejo que siempre contaba batallitas e historias que nunca tenían coherencia alguna.
En eso que brincaba y brincaba, cuando Linn se escondió en uno de mis bolsillos interiores de la túnica blanca
- ¿que pasa Linn? ¿has oido algo? - le pregunté a la pequeña hada
"A decir verdad, he visto unas huellas diminutas antes, no eran de elfo. Quizas las de un enano, o un kender. Ojala fuera Zapato", pensé animándome. Estaba ensimismado cuando de pronto apareció una figura delante de mi tapandome el camino
- ¡¡POR LAS BARBAS DE REORX!!- Exclamé en un grito
Era una kender que parloteó conmigo, sobre su nombre y sobre hechizos, sonreí. Los kenders me encantaban siempre tenían objetos increibles en sus bolsitas y además tenian una curiosidad y una agilidad digna de las de un gnomo.
- Holasoygnohodarandellfelidosfretilopasadedosjaguarchifladodelafamiliadeloscaballolocopinpiolo, espera¿llevasbolsitas?¿puedoverloquetienesdentro? - le dije sonriendo, haciendo una pausa y continue- megustariaverlosporquehacetiempoqueyofuiakendermoreybuenodescubríbastantesartilugiosinteresantesycosasasí... Emmm, creo que me he envalado, no? Bueno, los humanos me conocen como Arandell, asi que puedes llamarme Arandell, es fácl A-r-a-n-d-e-l-l, asi que encantado de conocerte. Ah! espera, esta es Linnianna, una amiga hada que descubrí en Qualinost. Puedes llamarla Linn si quieres, has dicho que te haga un hechizo, mmm recordaba uno que era una bola de fuego o algo así, ¿como se hacia? mmm, no me acuerdo.
Y me senté respirando fuerte esperando la respuesta de la kender, mientras yo le dedicaba una sonrisa
En eso que brincaba y brincaba, cuando Linn se escondió en uno de mis bolsillos interiores de la túnica blanca
- ¿que pasa Linn? ¿has oido algo? - le pregunté a la pequeña hada
"A decir verdad, he visto unas huellas diminutas antes, no eran de elfo. Quizas las de un enano, o un kender. Ojala fuera Zapato", pensé animándome. Estaba ensimismado cuando de pronto apareció una figura delante de mi tapandome el camino
- ¡¡POR LAS BARBAS DE REORX!!- Exclamé en un grito
Era una kender que parloteó conmigo, sobre su nombre y sobre hechizos, sonreí. Los kenders me encantaban siempre tenían objetos increibles en sus bolsitas y además tenian una curiosidad y una agilidad digna de las de un gnomo.
- Holasoygnohodarandellfelidosfretilopasadedosjaguarchifladodelafamiliadeloscaballolocopinpiolo, espera¿llevasbolsitas?¿puedoverloquetienesdentro? - le dije sonriendo, haciendo una pausa y continue- megustariaverlosporquehacetiempoqueyofuiakendermoreybuenodescubríbastantesartilugiosinteresantesycosasasí... Emmm, creo que me he envalado, no? Bueno, los humanos me conocen como Arandell, asi que puedes llamarme Arandell, es fácl A-r-a-n-d-e-l-l, asi que encantado de conocerte. Ah! espera, esta es Linnianna, una amiga hada que descubrí en Qualinost. Puedes llamarla Linn si quieres, has dicho que te haga un hechizo, mmm recordaba uno que era una bola de fuego o algo así, ¿como se hacia? mmm, no me acuerdo.
Y me senté respirando fuerte esperando la respuesta de la kender, mientras yo le dedicaba una sonrisa
Arandell- Mensajes : 12
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Re: Perorata en las afueras de Qualinost
El gnomo, como era de esperar, casi fue víctima de un infarto ante la repentina aparición de la kender. No obstante, a medida que pasaban los segundos y la kender hablaba, pareció que a este le agradaba su presencia. Sonriente, se presentó también.
-Holasoygnohodarandellfelidosfretilopasadedosjaguarchifladodelafamiliadeloscaballolocopinpiolo, espera¿llevasbolsitas?¿puedoverloquetienesdentro? Megustariaverlosporquehacetiempoqueyofuiakendermoreybuenodescubríbastantesartilugiosinteresan.
En ese momento, la kender se quedó sin habla –algo increíble y único en un miembro de su raza- y contempló al gnomo como si tuviese cinco cabezas y ocho ojos en cada una.
-Emmm, creo que me he envalado, ¿no? Bueno, los humanos me conocen como Arandell, asi que puedes llamarme Arandell, es fácil A-r-a-n-d-e-l-l, asi que encantado de conocerte. Ah! espera, esta es Linnianna, una amiga hada que descubrí en Qualinost. Puedes llamarla Linn si quieres, has dicho que te haga un hechizo, mmm recordaba uno que era una bola de fuego o algo así, ¿como se hacia? mmm, no me acuerdo.
Y acto seguido se sentó en mitad del suelo, aparentemente olvidando que minutos antes se dirigía a algún lugar, mirando sonriente a Leann.
Leanndarna creyó por un momento que iba a estallar de placer. ¡Un hechicero gnomo que se ofrecía a hechizarla con una bola de fuego y que además iba acompañado de un hada! La kender tardó en reaccionar unos segundos, reflexionando sobre cómo sería de interesante la experiencia de morir explotando. Sin duda, debía de ser sumamente estimulante sentir cómo todos tus miembros, vísceras y órganos se separaban los unos de los otros para salir volando en direcciones opuestas.
Inmediatamente después de llegar a la conclusión de que no le importaría morir estallando, aunque preferiría que fuese unos cuantos años más tarde, la kender se repantingó en el suelo enfrente del gnomo, con una sonrisa de completa y absoluta felicidad.
-¡Encantada de conocerte, Arandell; y a ti también, Linn! Tu nombre se parece al mío, ¿Verdad? Leann- Linn. ¿Sabes? Nunca antes había tenido un amigo gnomo. ¡Y mucho menos una amiga hada! En Kendermore no se lo creerán cuando lo cuente. –aseguró. Acto seguido, y a pesar de no haber entendido la primera petición del gnomo –aunque para hacer eso un kender no necesitaba que se lo pidiesen- Volcó el contenido de sus saquillos entre ambos, esparciendo todas las cosas por la hierba para verlas mejor. Observaba con verdadero amor cada uno de los objetos, alzándolos para verlos mejor y enseñándoselos a Arandell.- ¡Mira! Aquí está el trozo de cristal de un espejo mágico que me regaló un poderoso hechicero Túnica Roja. Es la historia más maravillosa… ¿quieres oírla? –ofreció. Sin esperar a que el otro dijera que sí, comenzó a relatar una historia (la mitad inventada) sobre un hechicero que estaba siendo perseguido ya que unos malvados dragones querían para ellos su mágico y poderoso espejo. El hechicero encontró a la kender y le pidió que guardase ella su espejo, y que lo protegiese con su vida. –Pero me temo que no lo cuidé muy bien. Me caí y bueno… -Leann enrojeció.- Me temo que el espejo se rompió. ¡Pero no fue culpa mía! Ocurrió cuando huía de un chotacabras gigante, que quería engullirme. Ignoraba que la carne de los kenders fuese tan apetitosa, aunque claro, no lo puedo saber, ya que nunca la he probado. ¿Has probado tú, por casualidad, la carne de un kender? Yo no he tenido la oportunidad, ya que no quería comerme a ningún amigo que conociese. Me he planteado seriamente en varias ocasiones comerme uno de mis dedos, pero luego he decidido que no, ya que sería una lástima perderlo, los dedos son bastante útiles, en mi opinión. Sin ellos, no podríamos recoger cosas del suelo o forzar cerraduras.
Y, sin que Leanndarna lo pretendiese, tan emocionada estaba ella que sus dedos –sin duda también emocionados de saber que no iban a ser devorados por su considerada dueña- se deslizaron sutilmente hacia las bolsitas del gnomo.
-Holasoygnohodarandellfelidosfretilopasadedosjaguarchifladodelafamiliadeloscaballolocopinpiolo, espera¿llevasbolsitas?¿puedoverloquetienesdentro? Megustariaverlosporquehacetiempoqueyofuiakendermoreybuenodescubríbastantesartilugiosinteresan.
En ese momento, la kender se quedó sin habla –algo increíble y único en un miembro de su raza- y contempló al gnomo como si tuviese cinco cabezas y ocho ojos en cada una.
-Emmm, creo que me he envalado, ¿no? Bueno, los humanos me conocen como Arandell, asi que puedes llamarme Arandell, es fácil A-r-a-n-d-e-l-l, asi que encantado de conocerte. Ah! espera, esta es Linnianna, una amiga hada que descubrí en Qualinost. Puedes llamarla Linn si quieres, has dicho que te haga un hechizo, mmm recordaba uno que era una bola de fuego o algo así, ¿como se hacia? mmm, no me acuerdo.
Y acto seguido se sentó en mitad del suelo, aparentemente olvidando que minutos antes se dirigía a algún lugar, mirando sonriente a Leann.
Leanndarna creyó por un momento que iba a estallar de placer. ¡Un hechicero gnomo que se ofrecía a hechizarla con una bola de fuego y que además iba acompañado de un hada! La kender tardó en reaccionar unos segundos, reflexionando sobre cómo sería de interesante la experiencia de morir explotando. Sin duda, debía de ser sumamente estimulante sentir cómo todos tus miembros, vísceras y órganos se separaban los unos de los otros para salir volando en direcciones opuestas.
Inmediatamente después de llegar a la conclusión de que no le importaría morir estallando, aunque preferiría que fuese unos cuantos años más tarde, la kender se repantingó en el suelo enfrente del gnomo, con una sonrisa de completa y absoluta felicidad.
-¡Encantada de conocerte, Arandell; y a ti también, Linn! Tu nombre se parece al mío, ¿Verdad? Leann- Linn. ¿Sabes? Nunca antes había tenido un amigo gnomo. ¡Y mucho menos una amiga hada! En Kendermore no se lo creerán cuando lo cuente. –aseguró. Acto seguido, y a pesar de no haber entendido la primera petición del gnomo –aunque para hacer eso un kender no necesitaba que se lo pidiesen- Volcó el contenido de sus saquillos entre ambos, esparciendo todas las cosas por la hierba para verlas mejor. Observaba con verdadero amor cada uno de los objetos, alzándolos para verlos mejor y enseñándoselos a Arandell.- ¡Mira! Aquí está el trozo de cristal de un espejo mágico que me regaló un poderoso hechicero Túnica Roja. Es la historia más maravillosa… ¿quieres oírla? –ofreció. Sin esperar a que el otro dijera que sí, comenzó a relatar una historia (la mitad inventada) sobre un hechicero que estaba siendo perseguido ya que unos malvados dragones querían para ellos su mágico y poderoso espejo. El hechicero encontró a la kender y le pidió que guardase ella su espejo, y que lo protegiese con su vida. –Pero me temo que no lo cuidé muy bien. Me caí y bueno… -Leann enrojeció.- Me temo que el espejo se rompió. ¡Pero no fue culpa mía! Ocurrió cuando huía de un chotacabras gigante, que quería engullirme. Ignoraba que la carne de los kenders fuese tan apetitosa, aunque claro, no lo puedo saber, ya que nunca la he probado. ¿Has probado tú, por casualidad, la carne de un kender? Yo no he tenido la oportunidad, ya que no quería comerme a ningún amigo que conociese. Me he planteado seriamente en varias ocasiones comerme uno de mis dedos, pero luego he decidido que no, ya que sería una lástima perderlo, los dedos son bastante útiles, en mi opinión. Sin ellos, no podríamos recoger cosas del suelo o forzar cerraduras.
Y, sin que Leanndarna lo pretendiese, tan emocionada estaba ella que sus dedos –sin duda también emocionados de saber que no iban a ser devorados por su considerada dueña- se deslizaron sutilmente hacia las bolsitas del gnomo.
Leanndarna Freebones- Mensajes : 27
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Re: Perorata en las afueras de Qualinost
"¿Como se hacia la bola de fuego, y ese de invocar noseque demonio del caos o de la priuleta?, bueno no importa, ya lo volvere a leer", pense observando que la kender estaba sacando muchas cosas y algunas increibles de sus pequeñas bolsitas.
- Increiblesiesunapiedramagicaenantadade... perdon, ¿esa es una piedra runica?, me encantan esas clases de piedras, a decir verdad, yo tenia una muy parecida, Mira, si hasta tiene un borde roto como la mía. Que casualidad ¿no?.- Dije mientras sonreia intentando recordar donde perdí esa piedra- Oye, Leann, no hace falta que metas tus manos en mis bolsitas. Mira, te lo enseñare y te dare lo que quieras usar - Dije notando las pequeñas manos de kender sobre mis bolsitas, además de que eran unas bolsitas mágicas que bribaban al tacto de un kender avisando a su portador de que estan cogiendo cosas prestadas para devoverlas algún día.- Conocí hace tiempo a un amigo kender llamado Zapato, él me esneñó algunas cosas de vosotros, que sois adorables. Bien, resulta que tengo un anillo que quizas te guste, si te lo pones en el dedo podrás mirar más que un elfo además de ver en la oscuridad. Te lo regalo.
Cogí mis bolsitas y las dejé caer al suelo, cogí el anillo y se lo dí a Leann. Sonriendo me levanté a observar el paisaje, últimamente sentía unas presencias extreñas en este bosque y me preocupaban un poco que pasara algo malo en Qualinost. Sentía en el ambiente un poder inmenso que sentía, un poder oscuro que me superaba, y agotaba. Fingí no quería preocupar a mi nueva amiga. Asi que me giré y sonriendo ví si a la kender le gustaba mi regalo. Linn se poso sobre mi cabeza tumbada en mi coronilla apoyada con sus pequeñas manos su cabeza.
- Increiblesiesunapiedramagicaenantadade... perdon, ¿esa es una piedra runica?, me encantan esas clases de piedras, a decir verdad, yo tenia una muy parecida, Mira, si hasta tiene un borde roto como la mía. Que casualidad ¿no?.- Dije mientras sonreia intentando recordar donde perdí esa piedra- Oye, Leann, no hace falta que metas tus manos en mis bolsitas. Mira, te lo enseñare y te dare lo que quieras usar - Dije notando las pequeñas manos de kender sobre mis bolsitas, además de que eran unas bolsitas mágicas que bribaban al tacto de un kender avisando a su portador de que estan cogiendo cosas prestadas para devoverlas algún día.- Conocí hace tiempo a un amigo kender llamado Zapato, él me esneñó algunas cosas de vosotros, que sois adorables. Bien, resulta que tengo un anillo que quizas te guste, si te lo pones en el dedo podrás mirar más que un elfo además de ver en la oscuridad. Te lo regalo.
Cogí mis bolsitas y las dejé caer al suelo, cogí el anillo y se lo dí a Leann. Sonriendo me levanté a observar el paisaje, últimamente sentía unas presencias extreñas en este bosque y me preocupaban un poco que pasara algo malo en Qualinost. Sentía en el ambiente un poder inmenso que sentía, un poder oscuro que me superaba, y agotaba. Fingí no quería preocupar a mi nueva amiga. Asi que me giré y sonriendo ví si a la kender le gustaba mi regalo. Linn se poso sobre mi cabeza tumbada en mi coronilla apoyada con sus pequeñas manos su cabeza.
Arandell- Mensajes : 12
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Re: Perorata en las afueras de Qualinost
El gnomo sonreía con aire encantado mientras observaba atentamente todas y cada una de las extrañas y maravillosas pertenencias de Leann.
-Increiblesiesunapiedramagicaenantadade... –en ese momento, Leann lo volvió a contemplar como si tuviese cinco cabezas, ocho ojos en cada una, tres alas, cuernos de minotauro y aletas de pez.- perdón, ¿esa es una piedra rúnica? –dijo cuando Leann le enseñó su piedra mágica-, me encantan esas clases de piedras, a decir verdad, yo tenía una muy parecida. Mira, si hasta tiene un borde roto como la mía. Qué casualidad ¿no?.
-¡Pues sí! –dijo Leann entusiasmada. – A decir verdad, no recuerdo de dónde saqué esta piedra. Seguramente debió de caérsele a alguien… -sacudió la cabeza con aire apenado.- La gente debería ser más cuidadosa con sus cosas.
-Oye, Leann, no hace falta que metas tus manos en mis bolsitas. Mira, te lo enseñare y te daré lo que quieras usar. –dijo cuando los dedos de ella se deslizaban hacia sus bolsas, las cuales vibraron extrañamente. Leanndarna miró acusadoramente a los dedos de su mano derecha, y con su compañera izquierda los abofeteó por ser tan maleducados.- Conocí hace tiempo a un amigo kender llamado Zapato, él me enseñó algunas cosas de vosotros, que sois adorables. –La kender enrojeció de placer.- Bien, resulta que tengo un anillo que quizás te guste, si te lo pones en el dedo podrás mirar más que un elfo además de ver en la oscuridad. Te lo regalo.
Leann abrió mucho los ojos al oír aquello último, observando cómo el gnomo volcaba el contenido de sus saquillos y hurgaba entre sus cosas hasta dar con un anillo hermosamente trabajado. Lo agarró y se lo dio a la kender.
-¡¡Muchas gracias, Arandell!! –exclamó, absolutamente feliz. Se puso el anillo al dedo; debía de estar hecho para gnomos, ya que encajaba a la perfección en sus finos y pequeños dedos.
Leanndarna se levantó tras ajustarse el anillo en el dedo anular de su derecha mano y se acercó al gnomo para darle un fuerte y entusiasmado abrazo. Después se separó y miró también el hermoso paisaje del bosque elfo, mientras decidía interiormente qué regalo le podría hacer al gnomo a cambio. Una extraña sensación la hizo olvidar aquello.
Los kender eran muy sensibles tanto a la naturaleza de lugares como de personas, y percibía algo extraño en aquel lugar. Menos discreta que el gnomo, lo dijo.
-Arandell, ¿no notas algo extraño en este lugar? Es… siniestro. No es que esté asustada –añadió rápida y rotundamente.-, pero es algo que eriza el pelo de mi cogote y envía ráfagas eléctricas a través de mi piel.
-Increiblesiesunapiedramagicaenantadade... –en ese momento, Leann lo volvió a contemplar como si tuviese cinco cabezas, ocho ojos en cada una, tres alas, cuernos de minotauro y aletas de pez.- perdón, ¿esa es una piedra rúnica? –dijo cuando Leann le enseñó su piedra mágica-, me encantan esas clases de piedras, a decir verdad, yo tenía una muy parecida. Mira, si hasta tiene un borde roto como la mía. Qué casualidad ¿no?.
-¡Pues sí! –dijo Leann entusiasmada. – A decir verdad, no recuerdo de dónde saqué esta piedra. Seguramente debió de caérsele a alguien… -sacudió la cabeza con aire apenado.- La gente debería ser más cuidadosa con sus cosas.
-Oye, Leann, no hace falta que metas tus manos en mis bolsitas. Mira, te lo enseñare y te daré lo que quieras usar. –dijo cuando los dedos de ella se deslizaban hacia sus bolsas, las cuales vibraron extrañamente. Leanndarna miró acusadoramente a los dedos de su mano derecha, y con su compañera izquierda los abofeteó por ser tan maleducados.- Conocí hace tiempo a un amigo kender llamado Zapato, él me enseñó algunas cosas de vosotros, que sois adorables. –La kender enrojeció de placer.- Bien, resulta que tengo un anillo que quizás te guste, si te lo pones en el dedo podrás mirar más que un elfo además de ver en la oscuridad. Te lo regalo.
Leann abrió mucho los ojos al oír aquello último, observando cómo el gnomo volcaba el contenido de sus saquillos y hurgaba entre sus cosas hasta dar con un anillo hermosamente trabajado. Lo agarró y se lo dio a la kender.
-¡¡Muchas gracias, Arandell!! –exclamó, absolutamente feliz. Se puso el anillo al dedo; debía de estar hecho para gnomos, ya que encajaba a la perfección en sus finos y pequeños dedos.
Leanndarna se levantó tras ajustarse el anillo en el dedo anular de su derecha mano y se acercó al gnomo para darle un fuerte y entusiasmado abrazo. Después se separó y miró también el hermoso paisaje del bosque elfo, mientras decidía interiormente qué regalo le podría hacer al gnomo a cambio. Una extraña sensación la hizo olvidar aquello.
Los kender eran muy sensibles tanto a la naturaleza de lugares como de personas, y percibía algo extraño en aquel lugar. Menos discreta que el gnomo, lo dijo.
-Arandell, ¿no notas algo extraño en este lugar? Es… siniestro. No es que esté asustada –añadió rápida y rotundamente.-, pero es algo que eriza el pelo de mi cogote y envía ráfagas eléctricas a través de mi piel.
Leanndarna Freebones- Mensajes : 27
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Re: Perorata en las afueras de Qualinost
Vi entusiasmado como la kender se ajustaba el anillo, se levnató y me dio un entusiasmado abrazo. "No necesito ese anillo, los kender viven aventuras y ese anillo le vendra mejor que a mi; además es preferible que se lo de yo antes de que me desaparezca, en fin" pense sin parar de sonreir. Me dolia la boca y los mofletes de la ancha sonrisa que llevaba en el rostro todo el día. Pero esa sonrisa de bobo se me quito enseguida en cuanto mi amiga hablo.
- Arandell, ¿no notas algo extraño en este lugar? Es… siniestro. No es que esté asustada –añadió rápida y rotundamente.-, pero es algo que eriza el pelo de mi cogote y envía ráfagas eléctricas a través de mi piel.
"Vaya, y yo que queria disimular", y dije
- Tienes razón Leann, siento como una fuerza que me agota y transmite pocas brivaciones buenas. Me preocupa. ¡Por el Abismo!, tengo que leer el libro de hechizos. Además planeaba ir a visitar al viejo elfo Rinthas a Qualinost. Este viejo elfo me contó una vez una historia , te la contare por el camino, sigueme.
Y fui avanzando adelante sin ver que la kender me seguía. Por el camino iba contando una historia:
"La Historia cuenta la pequeña aventura que vivió un elfo para hacer que su amada descansara en paz. Ese elfo se llama Jefilel, y su amada murió y decidió ir a buscar su collar y enterrarlo junto a su cuerpo. Su collar fue robado por unos ladrones. Valiéndose de su espada y ayudandole una pequeña kender que tenía un mapa viajaron por todo Ansalon hasta dar con los bribones, y después de una ardua batalla con esos bribones consiguió arrebatar ese collar y lo enterró junto al cuerpo de su amada. De pronto apareció el fantasma de la amda y habló con el elfo.
- Jefilel, te amare siempre. Quiero que sepas que jamas te olvidare en la otra vida.- Dijo ella
- Hidariel, ¿por qué me abandonaste? No puedo vivir sin ti en este mundo- Dieo él
- Amor, escucha mis últimas palabras antes de desaparecer por fín. Vivirás el resto de tu vida y solamente con recordarme yo estare viva para tí, solo recuerdame y yo aparecere en tu vida. Adios, amor, no me olvides, pero vive tu vida.- Respondió ella.
- ¡NOOOOO! No no te vayas- Gritó él.
Lloro y lloro, de sus lágrimas nació un riachuelo que hay en Qualinost. Jefilel vivió y se casó pero jamás olvidó del todo a Hidariel"
Ibamos hacia la "entrada" de Qualinost.
- Arandell, ¿no notas algo extraño en este lugar? Es… siniestro. No es que esté asustada –añadió rápida y rotundamente.-, pero es algo que eriza el pelo de mi cogote y envía ráfagas eléctricas a través de mi piel.
"Vaya, y yo que queria disimular", y dije
- Tienes razón Leann, siento como una fuerza que me agota y transmite pocas brivaciones buenas. Me preocupa. ¡Por el Abismo!, tengo que leer el libro de hechizos. Además planeaba ir a visitar al viejo elfo Rinthas a Qualinost. Este viejo elfo me contó una vez una historia , te la contare por el camino, sigueme.
Y fui avanzando adelante sin ver que la kender me seguía. Por el camino iba contando una historia:
"La Historia cuenta la pequeña aventura que vivió un elfo para hacer que su amada descansara en paz. Ese elfo se llama Jefilel, y su amada murió y decidió ir a buscar su collar y enterrarlo junto a su cuerpo. Su collar fue robado por unos ladrones. Valiéndose de su espada y ayudandole una pequeña kender que tenía un mapa viajaron por todo Ansalon hasta dar con los bribones, y después de una ardua batalla con esos bribones consiguió arrebatar ese collar y lo enterró junto al cuerpo de su amada. De pronto apareció el fantasma de la amda y habló con el elfo.
- Jefilel, te amare siempre. Quiero que sepas que jamas te olvidare en la otra vida.- Dijo ella
- Hidariel, ¿por qué me abandonaste? No puedo vivir sin ti en este mundo- Dieo él
- Amor, escucha mis últimas palabras antes de desaparecer por fín. Vivirás el resto de tu vida y solamente con recordarme yo estare viva para tí, solo recuerdame y yo aparecere en tu vida. Adios, amor, no me olvides, pero vive tu vida.- Respondió ella.
- ¡NOOOOO! No no te vayas- Gritó él.
Lloro y lloro, de sus lágrimas nació un riachuelo que hay en Qualinost. Jefilel vivió y se casó pero jamás olvidó del todo a Hidariel"
Ibamos hacia la "entrada" de Qualinost.
Arandell- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 31/08/2010
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Nivel:
(0/10)
Raza:
Re: Perorata en las afueras de Qualinost
-Tienes razón Leann, siento como una fuerza que me agota y transmite pocas vibraciones buenas. Me preocupa. ¡Por el Abismo!, tengo que leer el libro de hechizos. Además planeaba ir a visitar al viejo elfo Rinthas a Qualinost. Este viejo elfo me contó una vez una historia, te la contaré por el camino, sígueme.
-¡De acuerdo! –exclamó encantada Leann.- Tenía ganas de ir a Qualinost, pero no llegué porque me había perdido. Será genial acompañarte hasta la ciudad elfa y conocer a ese amigo tuyo el elfo. ¡Qué emoción! –exclamó, pero guardó silencio enseguida cuando Arandell comenzó su historia. Como a los kenders les encantan los cuentos, no habló en un buen rato mientras escuchaba a su amigo el gnomo.
Era una fábula de amor entre un elfo y su amada muerta. A la kender le gustó mucho el cuento, especialmente cuando aparecía una kender que ayudaba al elfo protagonista a encontrar a unos desaprensivos ladrones. Leanndarna se sintió muy indignada de que hubiese gente así por el mundo, mezclando enseguida realidad y ficción.
-Una historia realmente magnífica, Arandell. ¿Quieres ahora que te cuente yo una mía?
Sin esperar respuesta, comenzó a relatar su cuento. Este trataba sobre la propia Leann, cuando voló a lomos de un grifo que pertenecía a un elfo silvanesti que conoció en uno de sus viajes. Cuando volaba sobre el grifo, un dragón apareció de la nada y comenzó a perseguirlos para devorar tanto al grifo como a la kender. La mitad de la historia era inventada, pero eso el gnomo no tenía por qué saberlo.
Entonces comenzaron a acercarse a la ciudad de Qualinost. Leanndarna lo supo porque habían llegado al claro donde momentos antes un elfo escondido y juguetón le había disparado una flecha que había errado en el blanco. Con el anillo mágico que Arandell le había regalado, la kender divisó enseguida al elfo que antes no había sido capaz de encontrar. Se hallaba agazapado sobre la rama de un frondoso árbol, escondido entre las hojas verdes de éste. El elfo se removió en su escondite al ver la mirada fija de la kender, pero después debió de pensar que era imposible que le estuviera observando y pareció relajarse. Volvió a hablar, igual que antes. Leann vio cómo sacaba su arco, una flecha de su aljaba y apuntaba hacia ella. Quizá sólo hacia ella porque conocía al gnomo, quién sabe. Se oyó el tensar de la cuerda de un arco.
-Ya fuiste avisada, kender. Tu entrada a este lugar está vedada. Si hubieras sido más inteligente, no habrías vuelto por aquí. –dijo con voz dura, hablando en Común con un acento marcado.- Ahora cumpliré la advertencia que te hice antes.
Leanndarna miró con los ojos muy abiertos a Arandell. Como sabía que el gnomo tenía un amigo en Qualinost, según él había contado, tenía la esperanza de que el gnomo intercediese por ella antes de que la kender se convirtiese en un pincho de carne.
-¡De acuerdo! –exclamó encantada Leann.- Tenía ganas de ir a Qualinost, pero no llegué porque me había perdido. Será genial acompañarte hasta la ciudad elfa y conocer a ese amigo tuyo el elfo. ¡Qué emoción! –exclamó, pero guardó silencio enseguida cuando Arandell comenzó su historia. Como a los kenders les encantan los cuentos, no habló en un buen rato mientras escuchaba a su amigo el gnomo.
Era una fábula de amor entre un elfo y su amada muerta. A la kender le gustó mucho el cuento, especialmente cuando aparecía una kender que ayudaba al elfo protagonista a encontrar a unos desaprensivos ladrones. Leanndarna se sintió muy indignada de que hubiese gente así por el mundo, mezclando enseguida realidad y ficción.
-Una historia realmente magnífica, Arandell. ¿Quieres ahora que te cuente yo una mía?
Sin esperar respuesta, comenzó a relatar su cuento. Este trataba sobre la propia Leann, cuando voló a lomos de un grifo que pertenecía a un elfo silvanesti que conoció en uno de sus viajes. Cuando volaba sobre el grifo, un dragón apareció de la nada y comenzó a perseguirlos para devorar tanto al grifo como a la kender. La mitad de la historia era inventada, pero eso el gnomo no tenía por qué saberlo.
Entonces comenzaron a acercarse a la ciudad de Qualinost. Leanndarna lo supo porque habían llegado al claro donde momentos antes un elfo escondido y juguetón le había disparado una flecha que había errado en el blanco. Con el anillo mágico que Arandell le había regalado, la kender divisó enseguida al elfo que antes no había sido capaz de encontrar. Se hallaba agazapado sobre la rama de un frondoso árbol, escondido entre las hojas verdes de éste. El elfo se removió en su escondite al ver la mirada fija de la kender, pero después debió de pensar que era imposible que le estuviera observando y pareció relajarse. Volvió a hablar, igual que antes. Leann vio cómo sacaba su arco, una flecha de su aljaba y apuntaba hacia ella. Quizá sólo hacia ella porque conocía al gnomo, quién sabe. Se oyó el tensar de la cuerda de un arco.
-Ya fuiste avisada, kender. Tu entrada a este lugar está vedada. Si hubieras sido más inteligente, no habrías vuelto por aquí. –dijo con voz dura, hablando en Común con un acento marcado.- Ahora cumpliré la advertencia que te hice antes.
Leanndarna miró con los ojos muy abiertos a Arandell. Como sabía que el gnomo tenía un amigo en Qualinost, según él había contado, tenía la esperanza de que el gnomo intercediese por ella antes de que la kender se convirtiese en un pincho de carne.
Leanndarna Freebones- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 29/06/2010
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